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Friday, October 1, 2010

Dolly: del cordero de Dios a la oveja del hombre.(Listín Diario, 13 de abril de 1997)

La investigación científica que terminó con la clonación de una oveja a partir de otra adulta, además de solucionar problemas urgentes de la biología molecular en la manipulación de células somáticas o corporales de mamíferos adultos, ha abierto vías hacia nuevos conocimientos y nuevas preguntas en campos como la investigación básica, la clínica, la producción y finalmente la ética y el humanismo.

Es de todos sabido: en febrero pasado el mundo fue sorprendido por una hazaña increíble- la clonación de un mamífero a partir de otro animal adulto. Dolly, una hermosa ovejita de patas negras de siete meses de edad se convirtió en una estrella de la prensa mundial, y no era para menos. No que la idea fuese extraña a expertos; recordamos como Rafael Vicuña, uno de los más reputados biólogos moleculares latinoamericanos, ganador de una beca Guggenheim y luego vicerrector de investigaciones de la Universidad Católica de Chile, nos decía a un grupo, cuando vino al Intec a mediados de los 80, que todo el andamiaje teórico para clonar un animal superior estaba explicado. Nos reíamos de algunos clones posibles en nuestro país.

Empecemos por su inicio. A principios de los años 50 quedó establecido que las unidades responsables de la herencia en los seres vivos eran simples moléculas químicas. Esta molécula, la hoy famosa doble hélice, es el ADN. Cuando antes de identificarla correctamente se propuso, en experimentos que se iniciaron en el año 1928 y que terminaron en 1944, que era la molécula de la herencia, la novedad fue fríamente recibida, pues se suponía que debía de ser una proteína la molécula encargada de pasar las características de padres a hijos.

Una molécula muy simple, en verdad; con azúcar, fósforo y cuatro estructuras de nitrógeno, pero con la que en abril de 1953 los jóvenes Watson y Crick asombraron al mundo al publicar en un reporte de una sola página en la revista inglesa Nature que presentaba la estructura ideal para poder autoreplicarse y por ende pasar de una célula madre a una hija sin variar.

A principios de los 60 apareció el siguiente gran asombro científico al especificarse que un gen es una unidad, un pedazo de ADN, que tiene la información para hacer, o sintetizar como dicen los químicos, una proteína. Además aprendimos que el ADN es la misma estructura en todos los seres vivos, lo que habla en apoyo de la evolución de la vida en el planeta.

La palabra clon proviene del griego y significa retoño, con lo que se reconoce que si sembramos una estaca de una planta y ésta crece, la nueva planta obtenida es un clon de la anterior, y hoy día esto significa que sus ADN son idénticos. En la naturaleza obtenemos clones cuando nacen gemelos idénticos, pues su ADN no presenta variación ni diferencia.

En biotecnología primero se empezó intentando clonar genes. Esto es, aislar pedazos de ADN con función conocida o por estudiarse y tratar de reproducir o replicar esas moléculas. Esto se logró en 1975 cuando se introdujeron genes humanos en unas estructuras de bacterias llamadas plásmidos y luego, al reproducirse las bacterias reproducían los genes, o sea, el pedazo de ADN que interesaba. Otra forma es el introducir el ADN que interesa dentro de un virus y hacer que este virus entre a una célula humana o a una bacteria y ahí se reproduzca, en realidad se está reproduciendo el gen o pedazo de ADN de interés.

Pero el problema aparecía cuando se trataba de introducir un gen en una célula de un mamífero adulto para que allí realizara normalmente su función, que es, como ya dijimos, sintetizar una proteína. Se han desarrollado dos técnicas básicas, la electroincorporación, donde pulsos eléctricos cortos causan huecos temporales en las membranas celulares, y a través de inyecciones directas con agujas microscópicas.

Entonces aparecieron los científicos escoceses con su atrevido experimento. En Escocia las ovejas son la principal fuente de vida en amplias regiones. Por supuesto, en un instituto privado de investigación de ovejas la reproducción animal es un tópico de primer orden, tanto para conocimientos básicos como por su importancia aplicada.

Los científicos del Instituto Roslin tomaron de una célula somática, esto es, de una célula corporal, del área mamaria, todo su material genético, es decir su núcleo. Este núcleo lo colocaron entonces por electroincorporación en un óvulo al cual le habían extirpado su propio núcleo, utilizándolo sólo como vehículo, y este óvulo empezó a crecer y a formar células y fue depositado en el útero de otra oveja, para que siguiera su desarrollo de desarrollo normal, algo ya conocido con anterioridad y que es lo que llamamos madres sustitutas.

¿Y por qué en un óvulo? El óvulo es la célula de mayor tamaño que tiene un vertebrado, sólo tiene la mitad del número de cromosomas de la especie y no está en realidad formado, pues necesita del espermatozoide, miles de veces más pequeño para terminar de formar su propio material genético. Al sacar del óvulo su núcleo y sustituirlo por un núcleo ya completo, con el número total de genes necesarios, esta célula se activa, sus alimentos almacenados- de ahí su gran tamaño- sirven de sostén a las necesidades metabólicas del embrión en formación por las primeras horas y hasta días y luego se implanta en una placenta para que se desarrolle.

Así nació Dolly, con los mismos cromosomas de su madre, idéntica a ella en todas las proteínas y enzimas que formará y en su vida muchas preguntas serán respondidas.

El impacto en la sociedad ha sido grande, quizás demasiado. Las coyunturas de qué algo similar se realice en humanos son claras y se ha dicho que hay clones humanos en desarrollo. Las posibilidades de que una mujer que no pueda dar a la luz vida de otra manera pueda hacerlo clonando una hija de su propio cuerpo son bienvenidas por muchos científicos y muchas mujeres en dicha condición.

A mi entender se ha abierto una puerta más de libertad para los humanos, pues se ha sustituido un cordero misterioso y legendario por la oveja de la ciencia y el laboratorio, que choca ya con viejas ideologías, mitos y creencias acerca de la formación del ser humano. Claro, como toda nueva tecnología su uso debe discutirse y sus implicaciones éticas también. Se aclararán las discusiones de naturaleza vs. ambiente que por años han plagado la comprensión de la individualidad del humano como organismo y de sus referentes como especie.

Las demandas políticas de impedir la continuación de estos estudios tanto en animales como en humanos no son más que la defensa de un estatus quo ideológico que no se podrá mantener, porque potencian una grave amenaza, pues sólo si todos sabemos cómo van estas técnicas y es abierta la información y su uso, podrán controlarse marginalidades no deseadas. Prohibir sólo ha significado en toda la historia de la humanidad que unos cuantos van a saber y otros, los más, seremos usados para los resultados. No la prohibición, sino la apertura, podrá lograr de este nuevo descubrimiento lo mejor para toda la humanidad. Es que el verdadero problema no es que se haga, es que ya sabemos cómo hacerlo. Puede ser, por fin, el real inicio del final del cordero de Dios y el comienzo de la oveja del hombre.