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Thursday, November 15, 2012

LA SOCIOBIOLOGIA DE LA CORRUPCION (i)

Acento.com.do/noviembre 15 del 2012

En febrero 21 del 1995 escribí este ensayo para el Listín Diario. Pensábamos muchos que al estar a término la Era de Balaguer también lo estaba la Era de la Megacorrupción. Falsas premisas, no sabíamos que también existía la Gigacorrupción. Quizás, las nuevas generaciones que vi en el parque Independencia protestando de una nueva manera encuentren algo interesante en este pequeño trabajo, que de seguro no conocieron. Algo más le he agregado de nuevos conocimientos sobre el tema.

 “Todos lo sabemos. En los últimos tiempos los escándalos por corrupción han aparecido en los periódicos de muchos países. Nos deja ver, por un lado, que ha aumentado la libertad de información y por otro, que no parece existir límite al fenómeno, aunque aparece casi siempre ligado a fondos públicos, o en bancos o en los gobiernos. Las otras pequeñas corruptelas del diario vivir no parecen lo bastante importante como para que la gran prensa gaste en ellas sus espacios informativos.

Recientemente en España, país que aparenta haber descubierto su corrupción ahora (como si las dictaduras no fuesen la esencia de lo corrupto), han aparecido sonados casos de corrupción, tanto públicos como privados y la intelligentsia  española ha iniciado su respuesta en diversos matices.

Así, un reciente libro de de un sociólogo profesor universitario sitúa la base de la corrupción en la existencia de demasiadas reglas imposibles de cumplir. Según este análisis, lo que todos hacemos es entonces lo que se pueda o, peor aún, aparentar que se hace todo y no hacer nada o hacerlo falsamente.

Algo hay de verdad en esto, pues, después de todo, la primera obligación es la de vivir y mantenerse. Lo que no parece claro en lo que conozco del caso es si son los de “arriba” los que se inventan tantas reglas para que a los de “abajo” no les quede más remedio que bajar la cabeza y no se pregunten sobre lo que aquellos hacen o deshacen!

Otro enfoque interesante lo presenta el Vicerrector de la Universidad Politécnica de Valencia J.R. Medina Fulgado en el periódico español El Mundo de 8 de febrero del presente año. Su artículo se titula La Bioquímica de la Corrupción. Escribe que la corrupción es una enfermedad latente en las personas, que crece con fuerza y alcanza niveles epidémicos cuando afecta las ideologías. A seguidas señala que el mejor recurso contra todas las epidemias es, por supuesto, evitarlas.

El artículo de Medina Fulgado es una joya, y trata en parte sobre si nuestros cerebros existe o no el libre albedrío o si la química cerebral nos hace creer que somos libres cuando en realidad somos seres programados. Tiene otra parte interesante: es cuando habla de los grados de la corrupción ideológica. Dice que en primer grado los grupos “generan razonamientos contrarios a la transparencia”. Por ejemplo, la estabilidad justifica que se sepa lo menos posible sobre uno o más problemas. En segundo grado “eleva la mentira y el engaño a la categoría de método habitual de trabajo e implica la destrucción de los principios éticosy la eliminación de la honestidad en las ideas”.

Rebasado este segundo grado se producen razonamientos que justifican ya el incumplimiento de las leyes y se pierden los frenos políticos del sistema. A partir del segundo grado, según este autor, “la corrupción ideológica es una bola de nieve que puede destruir cualquier cosa”. Viene el “sálvese quien pueda” y el uso para fines individuales de los valores colectivos y sociales.

Pero, ¿es esto típico de los humanos o lo encontramos en la naturaleza como una regla habitual? La sociobiología, especialidad que estudia la evolución de sociedades en el reino animal, nos muestra muchos datos al respecto. Las sociedades animales de organismos inferiores, como hormigas y abejas, por ejemplo, son estrictamente rígidas y si las juzgamos por los valores de hoy, esencialmente corruptas; solo importa la “razón de Estado” que en esos animales es la sobrevivencia del grupo y su jefe. Los individuos de “abajo” no cuentan y están programados químicamente para ser maquinitas al servicio del grupo y del jefe.

En animales ya reconocidos como “superiores” por su complejidad individual dentro del grupo social, como los monos, por ejemplo, la situación no es mejor. Aparecen iniciativas individuales, pero estas son masacradas en el mejor de los casos.

Y  algo más, estas iniciativas iban dirigidas no a mejorar al grupo, sino exclusivamente a quien la tuviera y a su descendencia. Como relata Carl Sagan en su obra “Sombras de ancestros olvidados” (1992), Nicolás Maquiavelo se hubiese sentido más o menos en su casa en una sociedad de chimpancés. Estos animales saben mantener secretos y saben mentir para aprovecharse de otro, y siempre que pueden lo hacen. La mentira les sirve como instrumento de supervivencia. Sagan cita el trabajo de J.Carter (1981) donde se describe a un joven chimpancé jugando con un mono Colobo de su misma edad, limpiándose uno al otro, pero cuando pasa un chimpancé adulto, atrapa al Colobo por la cola y le mata lanzándole contra un árbol, el joven chimpancé va de inmediato a unirse al cazador en la merienda del que antes era su amigo. Parece que el amor y el interés se fueron al campo un día…

Konrad Lorenz, ese estudioso del comportamiento animal premio Nobel de Medicina en 1973, y quien escribió que el estudio comparado del comportamiento constituye la Ciencia Natural del Hombre, expuso sobre las formas de reacción de los animales que: “dichas formas desprovistas ya de sentido, siguen con la tenaz persistencia del instinto animal condicionando el comportamiento humano de una forma claramente perjudicial para la vida y la sociedad”.

 Si nos ponemos a buscar qué es verdaderamente lo que nos hace humanos, lo que cualitativamente nos diferencia del resto de los animales, quizás solo encontremos una cosa: ¡la honestidad! Es la transparencia en los asuntos tanto públicos como privados, lo que nos permite que se desarrollen reglas y leyes y se establezcan mecanismos para lograr que la regulación social sea para todos. Gritar: ¡corrupción!, solo porque no somos nosotros los beneficiados o porque creemos que con las mismas reglas y cultura del secreto, nosotros podemos lograr –si nos tocare la situación- no ser corruptos, parece una utopía, que hará que simplemente cambiemos unos corruptos por otros.

En las sociedades menos afectadas por la corrupción y donde ésta se paga con ejemplares castigos sociales, se ha desarrollado desde hace tiempo la cultura de la transparencia y la verdad. Me parece que de otra manera nuestro país en particular solo seguirá siendo una tribu más de primates más cercana al chimpancé que a otros Homo sapiens.

Hasta aquí mi escrito de aquella fecha, permítanme agregar ahora algo nuevo.

Robert Trivers es uno de los principales teóricos de la biología contemporánea. Sus aportes al pensamiento biológico actual le hacen un profesional respetado, admirado y a tomar muy en cuenta. Su último libro “La Insensatez de los Dementes” (The Folly of Fools, Basic Books, 2012) tiene como subtítulo La Lógica de la Mentira y el Autoengaño en la Vida Humana, tema que trata, por supuesto, desde la óptica de la evolución biológica, esto es, del papel de la mentira en nuestro camino evolutivo y sus ventajas y desventajas.

Miremos un pequeño extracto de lo que dice sobre el poder.

“Se ha dicho que el poder tiende a corromper y que el poder absoluto lo hace absolutamente. Usualmente esto se refiere al hecho de que el poder permite la ejecución de estrategias egoístas en aumento, las cuales hacen de uno un “corrupto”. Pero los psicólogos han demostrado que el poder corrompe nuestros procesos mentales casi de inmediato. Cuando una sensación de poder es inducida en personas, estas disminuyen su capacidad de tomar el punto de vista de otro y son más propensos a centrar sus pensamientos en ellos mismos. El resultado es una reducida habilidad de comprensión de cómo los otros ven, piensan y sienten. El poder, entre otras cosas, conduce a la ceguera hacia los otros”.

El experimento clásico es el siguiente: se presenta un “prime”, que puede ser consciente o inconsciente, y que puede ser hasta una simple palabra. Un “prime” es una introducción de una idea o un ejercicio mental X previo a una prueba que se quiere realizar.

“El “prime” para el experimento sobre el poder consistió en pedirle a varias personas que escribieran durante cinco minutos acerca de de situaciones en las que se considerasen sentirse poderosos, y a estas personas además se les dio dulces que pudieran repartir entre los demás del grupo, mientras otro grupo con un “prime” de poder disminuido escribe sobre la situación contraria y solo se les permite decir la cantidad de dulce que esperarían recibir.”

“Este modesto “prime” produjo resultados asombrosos. Cuando a los sujetos se les pidió chasquear sus dedos cinco veces y rápidamente escribir sobre sus frentes la letra E, un sesgo inconsciente se pudo observar. Aquellos que recibieron el “prime” para sentirse fuera del poder fueron tres veces más propensos a escribir la letra E de manera que otros pudieran leerla sobre su frente, comparados con los que recibieron el “prime “ de sentirse poderosos y el efecto fue igual de sólido en ambos sexos… cuando se compararon con personas que recibieron un “prime” neutral, aquellos con el “prime” de poder fueron menos capaces de discriminar entre expresiones faciales humanas comunes asociadas al miedo, rabia, tristeza y felicidad. De nuevo, los sexos respondieron de manera similar a los “prime” de poder, pero en general las mujeres  obtuvieron mejores resultados en la discriminación emocional y los varones parecieron superseguros. En resumen, los hombres poderosos sufren de múltiples carencias en su  capacidad de aprehender el mundo de los demás correctamente, debido a su poder y a su sexo.”

Hasta aquí los resultados de Trivers, y claro, esto lo sabían bien, aunque aún no demostrado experimentalmente por los psicólogos sociales, los creadores de la democracia que impusieron que hubiesen elecciones y cada cuatro o cinco años los países cambiasen a sus dirigentes. Es de resaltar una noticia que apareció en algunos de nuestros periódicos en páginas bien interiores: “Obama cambiará a todos sus ministros”. El recién reelecto Presidente de los Estados Unidos si sabe lo que es el Poder y lo que éste hace a los humanos. ¿Cuándo aprenderemos nosotros?

Monday, November 12, 2012

El saber, el pensar y la burbuja


Acento.com.do/ noviembre 8-2012

-No se profe. -¿Qué Usted no sabe  lo que es un chimpancé? – No profe.

-Pero ni en películas, ni en muñequitos, ni en anuncios, ¿ni a nuestro zoológico ha ido Ud. nunca?- No profe. Es que déjeme explicarle: yo estudio y trabajo.
-Ajá
-Sí. Salgo por la mañana de mi casa a las cinco y media de la madrugada y vengo a la universidad y trabajo en una banca de apuestas de 2 a 10 de la noche. Llego a mi casa a las 11:30. Todos los días, hasta los sábados.

-Pero supongo que antes de Ud. trabajar hizo el bachillerato, veía televisión, leía algunas revistas. En algún lugar debió Ud. ver una foto, un dibujo, de un chimpancé. Hasta en los anuncios, a veces colocan monos. –Ah profe. ¿Y es un mono?

 Es mi alumna de quinto semestre de Psicología, donde, teóricamente, en varias asignaturas que ya cursó y aprobó recibió instrucción sobre experimentos y conducta animal y evolución, con su ejemplo ya clásico del ADN humano y del chimpancé.

Nada. Como si un chimpancé fuese un gusano diciémido parásito de la vejiga urinaria de un calamar.

 Pero bien, una televisora privada dominicana anuncia que sus transmisiones llegan hasta las ciudades: New York, Boston, Miami, Madrid, Alemania e Italia. No es solo en zoología que estamos flojos, la geografía no le queda muy lejos.

¿Y en literatura?....bueno. Cuando nuestro pasado presidente estuvo en una muy publicitada visita a Davos en Suiza, pensé que traería de regalo a amigos y relacionados ejemplares de la “La Montaña Mágica” de Thomas Mann, novela que Vargas Llosa ha dicho recientemente que está releyendo por ser una verdadera obra de arte; y que como se sabe, trata de un sanatorio en Davos y fue en realidad lo que puso a Davos en el mapa del mundo. Pero parece que ni el expresidente ni sus acompañantes sabían nada de Thomas Mann. También me quede esperando cuándo los opositores del ex-mandatario iban a preguntar si parte de la visita a Davos era a ver el famoso sanatorio para chequearse algún delirio que le pudiese molestar políticamente. Nada, poca gente se ha leído a Thomas Mann y Hans Castorp no existe en nuestro Caribe.

“Yo me considero un hombre bueno. Magdalena no está de acuerdo. Ella me considera un típico hombre dominicano: un “sucio”, un estúpido”; nos relata Junot Díaz en su última producción “This is how you loose her” ( Riverhead Books, 2012), en el capitulo “El sol, la luna y las estrellas”. Y la palabra “sucio” está en español en el original en inglés. No creo que Magdalena piense que no nos bañamos. Más bien me parece que con ese “sucio” quiere decir uno que todo lo acepta, que no sabe de nada, que hace lo que sea, que no discrimina siquiera lo que le conviene o no, que vive de engañar al otro y se cree que nació para siempre estar sacando ventajas y que con ser prosaico ya es inteligente. Y no lo digo yo, lo de “sucio”, lo escribe Junot.

Pienso que quizás los dominicanos somos inocentes, como niños de cualquier kindergarten debajo de una mata de mangos, o será “la mentada” ignorancia pura y simple. Ignorancia vestida de trajes de cachemir inglés con camisas de algodón egipcio de anchos cuellos italianos, rígidas por el almidón de yuca en espray, de doble puño y gemelos de monedas de oro, con corbatas moradas con un nudo Windsor hecho con notable falta de práctica.

“Vivimos en un clima político histérico (por eso lo del sanatorio). Necesitamos de la filosofía con la misma urgencia que la Atenas de Sócrates” dice Martha C. Nussbaum, premio Príncipe de Asturias de Ciencias Sociales 2012…y necesitamos de las ciencias, me atrevo a agregar yo.

Entonces se queda uno a veces pensando sobre que escribir y creo que la mejor opción es el consejo de Fausto Rosario Adames, de nuestro Acento.com: escribe sobre lo que te de la gana.

Me senté a pensar algo el domingo 22 de julio y al ver la fecha que escribí en la libreta de apuntes, 22-7, me saltó a la mente 22/7, pero eso es Pi, , un número con su propia historia.
Y hoy retorno a Pi

Pi es la relación entre una circunferencia y su diámetro y no se crean que es cualquier cosa, pues Pi si tiene su Historia, y claro, se ha escrito ( Petr Beckmann, History of , Golden Press, 1971; con varias rediciones).

En la escuela nos lo enseñaban como 22/7 o como 3.1416, pero es un número infinito: sus decimales no tienen fin. Computadoras lo han llevado a millones de cifras decimales.

Recuerdo el juego con mi hijo, entonces un niño, a quién recordaba mas cifras de Pi de memoria. Nunca pude más de diez lugares decimales: 3.1415926535. Deberíamos saberlo hasta por lo menos 7 cifras, a ese valor llegaron matemáticos chinos en el siglo V. Y bueno, porque leí que la NASA hace sus cálculos para enviar un cohete al espacio con seis decimales, aunque para mantener la estación orbital funcionando en el espacio usan 16 decimales. Y Pi es una constante que está donde menos lo podemos imaginar.

Quisiera saber a cuantos decimales llevan a Pi para los cálculos que han realizado en el descubrimiento del Bossom de Higgs en julio pasado. No hay ni que decirlo, pero al inicio del año escolar, en septiembre, ninguno de mis estudiantes de medicina o psicología había escuchado o leído nada referente a la palabra Higgs, ni había escuchado o leído sobre el Bossom de Higgs o sobre La partícula de Dios. Y todos los periódicos del mundo se pasaron julio y agosto comentando este descubrimiento. Aquí Boca de Chivo hizo el honor con una caricatura y alguien escribió un pequeño artículo, complejo por cierto, en un matutino.

Pero así vamos.

 Y me llega ahora Pi de nuevo a la mente.

Es que un profesor, Lawrence M. Krauss, físico teórico distinguido, de los pocos de esa especialidad que la revista Scientific American califica como “intelectual público” y que ha publicado su último libro con el título de “A universe from nothing: why there is something rather tan nothing”, 2012, Free Press ( Un universo de la nada: por qué hay algo en vez de nada) un best-seller instantáneo y que está en el proceso de ser traducido a 19 idiomas, ha sido entrevistado y se le preguntó por su definición de “la nada”. El respondió algo así como que se imagina una esfera cuyo diámetro va hacia cero y se vuelve cero. Bueno…el volumen de una esfera es igual a 4/3Pir4    y si r se hace 0 pues cualquier número multiplicado por 0 es igual a 0. Pero Pi no puede ser 0, ya que Pi no es un número real, es una relación. Pi es Pi. Entonces, ¿es posible que la nada sea ausencia de Pi, o sea que para que haya algo tiene que existir Pi?

¿Sera eso verdad? ¿Higgs, Pi y una esfera mental, será eso todo lo que existe?

 Y me quede pensando en Pi, en la nada y en las esferas.  Pero estamos en R.D. y en El Caribe, mar de ciclones, y ahora tenemos un nuevo gobierno que quiere nuevos impuestos, como siempre, y se formará una enorme esfera, una burbuja de tantas, y que promete ser grande. Vamos a tener Pi de sobra. Nada de qué preocuparse por la nada. A menos que, por supuesto, con lo “sucio” que somos se reviente la burbuja.