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Monday, March 31, 2014

EL ADN Y SU BREVE HISTORIA ( 2003)


 

En la historia de las cosas y de las ideas pueden existir saltos que, como recodos en un río, señalan una dirección distinta e imprimen una velocidad nueva al fenómeno que se trate.

 En este abril del 2003 celebramos 50 años de uno de esos grandes saltos en la historia de la ciencia, el descubrimiento de la estructura química del ADN, ácido desoxirribonucleico, comúnmente conocida como la molécula de la herencia, pero que es mucho más: la molécula de la evolución y la rectora de los procesos que ocurren en el cuerpo continuamente.

 Es casi un cliché: James Watson y Francis Crick publicaron en abril de 1953, en un artículo de dos páginas, la estructura del ADN, lo que permitió comprender como se puede replicar esta molécula y por ende como mantener constante caracteres y funciones que pasan a la descendencia. Que el ADN transmitía la herencia fue demostrado unos 10 años antes cuando Oswald Avery y sus colegas utilizando las bacterias de la neumonía publicaron en 1944 que era el cambio de este compuesto y no de ningún otro lo que hacía que cepas no virulentas de neumococos se volviesen letales para sus ratones de laboratorio. Sólo en 1946 este descubrimiento fue discutido en seis simposios mundiales sobre el tema. Que el ADN era la base de la herencia era un hecho, pero para saber el cómo se mantenía y pasaba la información había que conocer su estructura y varios laboratorios del mundo se embarcaron en la tarea.

El muy joven Dr. James Watson (n.1928) encontró al  más experimentado Francis Crick (n.1916) en el laboratorio Cavendish de la Universidad de Cambridge buscando la misma respuesta: la estructura del ADN y juntos, preguntando lo que no sabían, visitando otros laboratorios, proponiendo modelos recortando cartulinas y revisando toda la literatura una y otra vez produjeron la idea correcta y el modelo asombrosamente simple y explicativo de la estructura buscada en febrero y marzo del 1953. En la revista Nature, 171:737-738 del 25 de abril publicaron la estructura y en las páginas 964-967 del mismo volumen las implicaciones para la genética de su nueva idea.

 Fue abril del 1953 la apertura de una primavera para las ciencias de la vida que aún perdura .

 Hoy, 50 años después es mucho el camino recorrido.

 Hoy conocemos como un gen es un pedazo de ADN, que los humanos tenemos unos 30,000 genes( hoy dia se consideran solo 23,000), el genoma completo de varios organismos como el arroz, el ratón de laboratorio, la mosca de la fruta ( que llamamos mimes de las frutas maduras), el plasmodio de la malaria; sabemos construir organismos nock-out ( a los que hemos quitado genes) y transgénicos ( a los que hemos agregado genes). La genética, y esa hija de Watson y Crick la biología molecular, están cambiando lo que comemos, la atención médica que recibimos, la comprensión de la biodiversidad y finalmente a nosotros mismos.

 Cuando he preguntado a mis estudiantes qué hace el ADN siempre me responden que sirve para transmitir la herencia, las características de los padres a los hijos, pero cuando les limito la respuesta y pregunto qué hace su ADN ahora, que obviamente no están pasando su herencia ni teniendo hijos, sino atendiendo una clase sólo risas y no respuestas logro de mi audiencia universitaria.

Es que muchos de mis estudiantes no han sido enseñados a visualizar todavía que el ADN, nuestros genes, son las instrucciones para sintetizar proteínas. Y se asombran cuando les digo, por ejemplo, que ahora mismo cualquier célula de su hígado está sintetizando unas 2,000 proteínas por minuto y que, aunque en menor cantidad, así están casi todas nuestras células y por ende nuestro organismo como un todo. Que tenemos el pelo, la piel, la forma de la nariz, la estatura y las poses, maneras de caminar, tonos de voz y hasta gustos como nuestros padres porque producimos las mismas proteínas que ellos y probablemente en idéntico ordenamiento temporal.

Seguir pretendiendo de parte de la alta cultura que las ciencias naturales no existen es cada día más difícil. Como señala E.O.Wilson, quien recientemente visitó nuestro país y fue condecorado por nuestro gobierno, en su libro "Sobre la Naturaleza Humana”: “En los Estados Unidos los intelectuales se definen como aquellos que trabajan en las ciencias sociales y humanidades….Como si las ciencias básicas se hubiesen detenido en el siglo XIX. Sus propuestas consisten principalmente de anécdotas históricas, de anticuadas teorías verbales de la conducta humana y sus juicios de los eventos actuales solo reflejan sus ideologías personales, aunque vivamente presentadas por técnicas efervescentes y placenteras, pero frustrantes.”

50 años después del gran salto de Watson y Crick es cada vez menos posible explicar algo, desde un simple fenómeno inorgánico hasta las más disímiles reacciones humanas, que también son “naturales”, si no conocemos los descubrimientos y éxitos de la ciencia del siglo XX; y muy en especial en lo que a los humanos se refiere, los avances gracias al  trabajo creativo y sin pausa de dos jóvenes investigadores de la biología de la década de los 50’.

James Watson y Francis Crick, quienes aún aportan y producen ideas y hechos a la humanidad entera constituyen hoy día dos iconos de la cultura y  una muestra de que ahora los humanos sabemos más, conocemos más, vivimos mejor y somos  seres  únicos en el planeta, aunque básicamente somos lo mismo que todo lo vivo que existe  y ha existido sobre nuestra Tierra