En la historia de las cosas y de las ideas pueden existir saltos que,
como recodos en un río, señalan una dirección distinta e imprimen una velocidad
nueva al fenómeno que se trate.
En este abril del 2003 celebramos 50 años de
uno de esos grandes saltos en la historia de la ciencia, el descubrimiento de
la estructura química del ADN, ácido desoxirribonucleico, comúnmente conocida
como la molécula de la herencia, pero que es mucho más: la molécula de la
evolución y la rectora de los procesos que ocurren en el cuerpo continuamente.
Es casi un cliché: James Watson y Francis
Crick publicaron en abril de 1953, en un artículo de dos páginas, la estructura
del ADN, lo que permitió comprender como se puede replicar esta molécula y por
ende como mantener constante caracteres y funciones que pasan a la
descendencia. Que el ADN transmitía la herencia fue demostrado unos 10 años
antes cuando Oswald Avery y sus colegas utilizando las bacterias de la neumonía
publicaron en 1944 que era el cambio de este compuesto y no de ningún otro lo
que hacía que cepas no virulentas de neumococos se volviesen letales para sus
ratones de laboratorio. Sólo en 1946 este descubrimiento fue discutido en seis
simposios mundiales sobre el tema. Que el ADN era la base de la herencia era un
hecho, pero para saber el cómo se mantenía y pasaba la información había que
conocer su estructura y varios laboratorios del mundo se embarcaron en la
tarea.
El muy joven Dr. James Watson (n.1928) encontró al más experimentado Francis Crick (n.1916) en
el laboratorio Cavendish de la Universidad de Cambridge buscando la misma
respuesta: la estructura del ADN y juntos, preguntando lo que no sabían, visitando
otros laboratorios, proponiendo modelos recortando cartulinas y revisando toda
la literatura una y otra vez produjeron la idea correcta y el modelo
asombrosamente simple y explicativo de la estructura buscada en febrero y marzo
del 1953. En la revista Nature, 171:737-738 del 25 de abril publicaron
la estructura y en las páginas 964-967 del mismo volumen las implicaciones para
la genética de su nueva idea.
Fue abril del 1953 la apertura de una primavera para las ciencias de la
vida que aún perdura .
Hoy, 50 años después es mucho el camino recorrido.
Hoy conocemos como un gen es un pedazo de ADN, que los humanos tenemos
unos 30,000 genes( hoy dia se consideran solo 23,000), el genoma completo de varios organismos como el arroz, el
ratón de laboratorio, la mosca de la fruta ( que llamamos mimes de las frutas
maduras), el plasmodio de la malaria; sabemos construir organismos nock-out ( a
los que hemos quitado genes) y transgénicos ( a los que hemos agregado genes).
La genética, y esa hija de Watson y Crick la biología molecular, están
cambiando lo que comemos, la atención médica que recibimos, la comprensión de
la biodiversidad y finalmente a nosotros mismos.
Cuando he preguntado a mis estudiantes qué hace el ADN siempre me
responden que sirve para transmitir la herencia, las características de los
padres a los hijos, pero cuando les limito la respuesta y pregunto qué hace su
ADN ahora, que obviamente no están pasando su herencia ni teniendo hijos, sino atendiendo una clase sólo
risas y no respuestas logro de mi audiencia universitaria.
Es que muchos de mis estudiantes no han sido enseñados a visualizar
todavía que el ADN, nuestros genes, son las instrucciones para sintetizar
proteínas. Y se asombran cuando les digo, por ejemplo, que ahora mismo
cualquier célula de su hígado está sintetizando unas 2,000 proteínas por minuto
y que, aunque en menor cantidad, así están casi todas nuestras células y por
ende nuestro organismo como un todo. Que tenemos el pelo, la piel, la forma de
la nariz, la estatura y las poses, maneras de caminar, tonos de voz y hasta
gustos como nuestros padres porque producimos las mismas proteínas que ellos y probablemente en
idéntico ordenamiento temporal.
Seguir pretendiendo de parte de la alta cultura que las ciencias
naturales no existen es cada día más difícil. Como señala E.O.Wilson, quien
recientemente visitó nuestro país y fue condecorado por nuestro gobierno, en su
libro "Sobre la Naturaleza Humana”: “En los Estados Unidos los
intelectuales se definen como aquellos que trabajan en las ciencias sociales y
humanidades….Como si las ciencias básicas se hubiesen detenido en el siglo XIX.
Sus propuestas consisten principalmente de anécdotas históricas, de anticuadas
teorías verbales de la conducta humana y sus juicios de los eventos actuales
solo reflejan sus ideologías personales, aunque vivamente presentadas por
técnicas efervescentes y placenteras, pero frustrantes.”
50 años después del gran salto de Watson y Crick es cada vez menos
posible explicar algo, desde un simple fenómeno inorgánico hasta las más
disímiles reacciones humanas, que también son “naturales”, si no conocemos los
descubrimientos y éxitos de la ciencia del siglo XX; y muy en especial en lo
que a los humanos se refiere, los avances gracias al trabajo creativo y sin pausa de dos jóvenes
investigadores de la biología de la década de los 50’.
James Watson y Francis
Crick, quienes aún aportan y producen ideas y hechos a la humanidad entera
constituyen hoy día dos iconos de la cultura y
una muestra de que ahora los humanos sabemos más, conocemos más, vivimos
mejor y somos seres únicos en el planeta, aunque básicamente
somos lo mismo que todo lo vivo que existe
y ha existido sobre nuestra Tierra