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Saturday, November 13, 2010

H.M. in memoriam


J.R.Albaine Pons
Publicado en Clavedigital, dic. de 2008.


H.M. ha fallecido. Murió el martes 2 de diciembre, la semana pasada. Después de 56 años, la comunidad científica mundial al fin conoce su nombre: Henry Gustav Molaison, la persona más estudiada por las neurociencias en toda su historia.

Aunque hoy día el agente Bourne, espía amnésico, producto de la creativa mente de Robert Ludlum, sea mucho más conocido popularmente, es a H.M. a quien debemos nuestros conocimientos sobre el cerebro humano- y de mamíferos- y la memoria. H.M., en todos los textos de neurociencias, en cientos de artículos científicos y en libros de divulgación hoy tiene nombre, porque ya no existe en esta Tierra.

En los años 40 del siglo pasado la escuela rusa- entonces soviética- de sicofisiología concluía tentativamente que la por ellos llamada conexión temporal, representación neural del reflejo condicionado clásico o de Pavlov- recuerden Ivan Pavlov y sus perros que salivaban al sonido de un timbre como si fuera alimento- se encontraba distribuida por todo el cerebro. La memoria y el aprendizaje era función de todo el cerebro en su conjunto.

A idéntica conclusión llegó la naciente escuela de fisiología sicológica norteamericana de la misma época; con los experimentos de Karl Lashley en monos y ratas en laberintos: las ratas tenían mayor dificultad de retener información aprendida a mayor daño experimental de su corteza cerebral. Lo importante era la cantidad de corteza eliminada y no su localización.


En la década de 1950 varias áreas cerebrales específicas fueron descubiertas asociadas de manera fundamental al comer, la sed, la temperatura corporal, el sexo, el placer y el castigo. Pero estos núcleos cerebrales estaban en las zonas antiguas del cerebro, sus llamadas zonas evolutivamente primitivas: el hipotálamo y el sistema límbico. El primero en la base del cerebro y el segundo profundo en el lóbulo temporal y formando un circuito alrededor del hipotálamo. En 1957 Hess obtuvo el premio Nobel de fisiología o medicina por sus estudios sobre el hipotálamo y la agresión.


Estos datos y descubrimientos fueron aceptados sin mucha discusión. Bueno, las funciones de “sobrevivencia”, las funciones más “animales” y las vegetativas (de ser común también a las plantas: alimentación , reproducción, ect.) estaban localizadas, pero en áreas primitivas y de vieja formación evolutiva del cerebro; pero las conductas más evolucionadas, las que nos hacían más humanos, dependían del cerebro completo ( y, claro se pensaba que la memoria y el aprendizaje eran gran parte del todo humano). La egolatría humana siempre ha estado presente.


Y Henry Gustav se dio un gran golpe a los nueve años en la cabeza y a los 27 presentaba una epilepsia intratable y que no le permitía trabajar. Unos once ataques semanales, casi dos diarios que lo tenían inutilizado casi por completo. Recordemos que en esa época no existía ni el conocimiento ni los fármacos de hoy día. En 1953, a la edad de 27 años, Henry fue sometido a una intervención quirúrgica por el Dr. William Scoville que eliminó bilateralmente una franja de tamaño de dos dedos en la corteza temporal y que eliminó también la amígdala y el hipocampo límbicos. Era la época de las psicocirugías. Unos años antes se había otorgado otro Nobel al inventor de la lobotomía en humanos: la eliminación de la corteza prefrontal para tratar la agresión, pero esa es otra historia.


La epilepsia de Henry Gustav mejoró bastante, pero profundas discapacidades en su memoria hizo que su cirujano le refiriera a W. Penfield ( el neurocirujano autor del mapa de las áreas motoras y sensoriales de la corteza humana) y a la psicóloga Dra. Brenda Milner , ambos de McGuill University, de Cánada, quienes habían publicado un estudio sobre dos pacientes amnésicos hacía poco.


No se aceptó fácil que la cirugía era la responsable del daño en la memoria de H.M., ningún componente tan cargado de humanidad como es el recordar podía estar en un lugar único del cerebro, un simple órgano, un simple montón de células.


Pero publicó Milner un artículo científico en 1962 que es hoy un clásico.

Henry sólo retenía información por unos 20 segundos y la olvidaba para siempre, pero recordaba intacta toda su memoria de antes de la operación. Se demostró así que tenemos una memoria de corto plazo y una de largo plazo y que el paso de la primera a la segunda es imposible sin un hipocampo. Es lo que llamamos la consolidación de la memoria. Pero además se le planteó a Henry un problema: dibujar una estrella entre la doble línea de otra que solo veía por el reflejo de un espejo. Esta acción no es fácil de hacer y requiere entrenamiento. Henry la realizó igual que sujetos normales, cada vez mejor y más rápido, aunque siempre creía que era la primera vez que lo hacía.

Se demostró así otro tipo de memoria, que no dependía del hipocampo y es la que nos
permite recordar habilidades motoras…como volver a montar una bicicleta después de haberlo aprendido y luego de años de no hacerlo. Este trabajo convenció a la comunidad científica de que había una base biológica de la memoria y del aprendizaje y que podía estudiarse; y en los años 70 del siglo pasado se inició un boom de estudios del hipocampo y de la amígdala límbicos y de la memoria en particular, que aún continua y que otorgó un premio Nobel en el año 2000 a Eric Kandel por su demostración de los aspectos moleculares de la memoria, en nada más y nada menos que un simple y primitivo molusco de mar.
Cientos de investigadores visitaron a H.M., cientos de estudios se le realizaron. Primero vivió con su familia, luego en un hogar de ancianos, donde una semana antes de morir y ya de 83 años se le realizó un último estudio utilizando las modernas técnicas de visualización del cerebro funcionando in vivo. Siempre estuvo dispuesto a dejarse estudiar. Comprendía de alguna manera que era especial, pues no recordaba la operación que se le realizó. Se recordaba a El mismo de 27 años, y le molestaba a veces observarse tan viejo en un espejo, recordaba la Gran Depresión de 1929 y la II Guerra Mundial perfectamente. Pero dijo:“vivo como caminando en un sueño, simplemente no puedo recordar lo que pasó hace un rato”.

Muchas personas han donado su cuerpo u órganos a la ciencia para su estudio; desde el famoso cerebro de Einstein hasta el cerebro de los homosexuales muertos de SIDA al Instituto de Anatomía de Dinamarca. Otros queriendo o sin querer van a las escuelas de medicina del mundo a que sus estudiantes conozcan con ellos lo que es ser Humano. A muchos haitianos fallecidos, indocumentados y sin familia que los procuren, deben nuestros médicos dominicanos sus primeros pasos en la Anatomía Humana.

Otras personas ofrecen toda su vida a la ciencia, al estudio de una enfermedad que presentan o de un aspecto de su naturaleza. Nuestros pseudohermafroditas de Salinas, que presentan el llamado "Síndrome Dominicano” son un caso cercano y H.M. es otro. El cerebro de Henry Gustav también fue dado a la ciencia. Así se conocerá con toda exactitud que faltaba y que no, en su traumatizado cerebro.


H.M. vivió una vida nueva cada día. Una vida difícil de describir, una mente en asombro permanente porque todo era de nuevo, nuevo para El.


Ha fallecido Henry Gustav Molaison, H.M..(1926-2008).
Nunca, quizás como ahora, más bien dicho:¡ descanse en paz!