Publicado en acento.com.do, 19 de noviembre de 2018.
(A LOS 100 AŇOS DE AQUEL SUPREMO, LLAMADO AUGUSTO ROA BASTOS [1917-2017]. Y a todos los que aún no han leído su novela YO, EL SUPREMO y que quizás tengan su pequeño SUPREMO por dentro).
(A LOS 100 AŇOS DE AQUEL SUPREMO, LLAMADO AUGUSTO ROA BASTOS [1917-2017]. Y a todos los que aún no han leído su novela YO, EL SUPREMO y que quizás tengan su pequeño SUPREMO por dentro).
Panfleto que da inicio
a la novela, encontrado clavado en la puerta de la Catedral:
YO EL SUPREMO
DICTADOR DE LA REPUBLICA.
ORDENO QUE AL ACAECER MI MUERTE, MI CADÁVER
SEA DECAPITADO; LA CABEZA PUESTA EN UNA PICA POR TRES DÍAS EN LA PLAZA DE LA
REPÚBLICA DONDE SE CONVOCARÁ AL PUEBLO AL SON DE LAS CAMPANAS ECHADAS AL
VUELO.
TODOS
MIS SERVIDORES CIVILES Y MILITARES SUFRIRÁN PENA DE HORCA. SUS CADÁVERES
SERÁN
ENTERRADOS EN POTREROS DE EXTRAMUROS SIN CRUZ NI MARCA QUE MEMORE SUS
NOMBRES. AL TÉRMINO DE DICHO PLAZO, MANDO QUE MIS RESTOS SEAN QUEMADOS Y LAS
CENIZAS ARROJADAS AL RIO…
¿Y Ud. se atreve a
caminar conmigo? ¿no sabe que ya tengo más enemigos que servidores, los cuales,
además, ya de nada sirven, todos aterrorizados, atemorizados, nerviosos, angustiados,
cohibidos, impuntuales, perturbados y neurasténicos incapaces de hacer bien su
trabajo? Ahh Su Excelencia, con Usted camino el pueblo pendejo este y el país
completo. Aquel que piense en pegarle un día tres tiros, que sueñe, mejor
dicho, porque de pensar no piensa nada, simplemente no entiende, no hay
comprensión ahí. No sabe que tres días después del mas grande entierro que se
haya visto en estas islas del Caribe, Usted saldrá del cementerio y yo estaré
ahí esperándolo, con su traje nuevo de casimir inglés bien planchadito y su
perfume de pachulí haitiano destilado por franceses, y marchará a la capital
en su goleta, que mas bien es una nave
donde cabe la República entera y volverá Usted caminando a su Palacio del
Gobierno, que en su sapiencia sin límite mandó construir sobre ese antes
pequeño cerro de la Capital, cambiándolo por la mas elevada cima de nuestra
historia, para honra eterna de nuestro pueblo y de toda su descendencia. Dios
sabe muy bien donde deposita a cada uno de sus hijos, y por eso a los tres días
todos resucitan. Fíjese Ilustrísima Excelencia que todo el pueblo entero, el
Caribe y más allá, todos exclaman que Doña Julia es tan santa como la Virgen de
la Altagracia. Y el pueblo sabe, Excelencia Ilustradísima y Nuevo Padre de
nuestra Patria, el pueblo siempre es el que sabe.
Y tú, ¿dónde aprendiste a hablar así?
Solo de verle a Usted
pasar en su montura y notar que donde pisaba su caballo, con su paso fino sin
sospecha, siempre crecía la hierba y los arbustos se llenaban de flores. La
mente se me encendió, Su Excelencia, como una fiebre de malaria terciana la
tercera vez que le vi pasar, sintiendo aún el aroma de las flores del campo de
su anterior visita, y comencé a expresarme de esta manera. Es como los tres
días para su resurrección. Son cosas del destino. Dios, elevado sea Nuestro
Señor, Padre de todos nosotros y muy especialmente de Su Excelencia
Gloriosísima, a veces hace milagros en seres indignos como yo, para manifestar
su gloria al pueblo llano.
¿Quiere ser mi
embajador en España? Allá manda un españolito chiquito él y de voz en flauta
que es mas mala fe que yo cuando me encabrono. Pero con su verbo, se bien que
Usted se lo ganará para nuestro lado, con todo y los curas que le rodean.
Quiero darme un viajecito por allá y Ud. lo irá preparando. Eso sí, no le vaya
con el cuento de la resurrección, que seguido lo manda a fusilar y lo tiran en
algo que llaman El Valle de los Caídos, y al que tiran ahí si que no vuelve ni
siquiera el día de la Resurrección Final.
No quisiera Su
Excelencia, por favor le suplico, que pase por su genialísima cabeza, que tan
ocupada está con las vidas y el progreso de todos nosotros los dominicanos, que
no me siento infinita y exuberantemente honrado por su oferta. Pero no verle
pasar caracoleando a su caballo, desde tan lejos, puede afectarme la precaria
salud que Dios nuestro Señor me ha dispensado. Mi lengua es libre aquí; cuando
Usted no viene, el olor de las flores por donde pisó su caballo hace que su
presencia se sienta mas que las aguas de mayo. Pues no se hable mas, prepárese
que se va para España. Instruiré a Paulino que semanalmente lleguen flores del
campo a la embajada, para que se sienta casi casi como en su rancho de tabaco.
La verdad es que como huele un rancho de tabaco, nada, en este mundo enfermo y
malagradecido. Si nos llega un francés, seguro se roba el aroma y nos lo
reenvían empaquetado en frasquito y con un nombre como Marqués Dandy.
Así mismísimo es Su
Excelencia, así mismitísimo es.
Y se inició mi
periplo de embajadas, consulados, representaciones jurídicas y gubernamentales,
presencia en reuniones por la paz del Mundo Libre, la alimentación de los
pueblos y la ciencia y la cultura, gracias siempre a nuestra Prestigiosísima
Excelencia y que el dominar esa lengua de ángeles, fruto del impacto de Su
Excelencia en mí, nuestra patria siempre quedó bien representada. Eso sí, una
eterna fragancia de Marqués Dandy, siempre precedía mi presencia. Era mi aroma
favorito. Se le coló un francés a Su Excelencia, que se iba ya a hacer. Solo
tenía que recordar que al volver a Santo Domingo debía eliminar ese olor de mis
zapatos, mi atuendo, mis corbatas, mi bigote y de mi voz. Su Excelencia tenía
una memoria como el Funes ese y todo un instinto para lo indistinto. Pero nunca
volví.
Mataron a Su Excelencia
unos amigos suyos que perdieron el juicio, el agradecimiento y por supuesto la
vida. Después de días y días de ver un pueblo pasar llorando a río botado
trajeron a tan Insigne Hijo de la Patria a reposar a Madrid, a un cementerio
baturro y lleno de relicarios y cruces rosadas y verde pálido, con ángeles de
alas como mariposas tropicales y fue aquello un crimen de Lesa Patria. Por eso
no pudo resucitar. ¿Qué hubiese pasado si Cristo resucita en el Partenón o en
el Gran Coliseo Romano? Hubiese sido un desorden himaláyico, que ni el mentado
Babel aquel, que ni hoy, dos mil años después estaría resuelto, a pesar de
todos aquellos que se la pasan escribiendo porque ni saben ni pueden hacer mas
nada y después discutiendo entre sí. Dicen que sus ideas mueven el mundo. Ay si
hubiesen conocido al Perínclito, cuantas letras deformes, insulsas, mal
pensadas y peor escritas, inclinadas hacia la derecha por ser escritas de
noche, ya casi durmientes, se hubiese ahorrado la humanidad. Pero Dios propone
y el humano dispone y por eso estamos como estamos con comunistas que son
neoliberales y capitalistas que son nacionalistas patrióticos. Ya el Mundo
Libre se perdió en su propia vorágine.
No en balde nuestro
Dios ya no envía a ninguno de sus hijos a morir por el mundo. Después se lo
entierran donde no es y su plan del cielo aquí se transforma en los siete
sótanos del Dante. Bien ganado nos lo tenemos.
Hoy, en el ocaso de
mi vida, lleno de saudade y el petricor de mis campos, mi lengua es mas civil,
no se ya hablar a los dioses y supongo que moriré boketto, alejado de mis
flores y el día de la Resurrección de la Carne la mía ni siquiera va a
aparecer, aunque Su Excelencia me busque y me busque y me busque. No, yo no voy
a estar. Creo que con una vida ha sido suficiente. Observaré ese espectáculo
convertido en aroma de lluvia, por eso me haré incinerar, volando entre los
gritos y la vocinglería de los que se buscan y también de los que se
encuentran, de tantos que siempre pensaron y creyeron que se olvidarían sus
infamias, maledicencias y traiciones.
Si tengo suerte la
brisa me llevará al mar y mis moléculas aromáticas quedarán en la vela de una barca
marinera cualquiera de pescador de orilla. Creo que estaré mejor así. Eso es
mejor a que un tirano resucitado me transforme en pez en este archipiélago
nuestro cargado de corales muertos y de esqueletos de ostiones, con tres
raquíticos pelícanos y unas gaviotas que se cuentan con los dedos de una mano y
de un pie. Estaré bien.