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Sunday, March 31, 2019

RECUERDOS, FANATICOS Y ANTICIENCIA


J.R.Albaine Pons, publicado inicialmente en el 2006 en Clave Digital.



Conversando con amigos sobre lo que escribo aquí, en esta “firma” de Clave Digital, escucho todo tipo de impresiones y cuando me preguntan algo específico prefiero decirles de manera jocosa, bueno, lo escribí así, lo que entienda cada lector queda a su “libre albedrio”.

En verdad si alguna idea expresada en mis escritos no queda clara a los lectores es mi culpa, lo expresé mal. Intento llevar al público lo que hoy se discute en algunas áreas científicas de las cuales algo conozco y que si son parte de los programas de las asignaturas que enseño en la universidad tengo la obligación de llevarlas a mis estudiantes. Para eso me paga la UASD.

Ahora bien, escribir y enseñar ciencia no es hacer ciencia, ni tan siquiera ser un científico.

Igual que , como supongo, escribir sobre religión y ética no hace a nadie ni religioso ni moral, ni cumplidor de las ideas sobre las cual escribe.

A veces, escuchando opiniones, recuerdo a mi colega Nicolás Makarchuck, hoy director del Departamento de Fisiología Animal y Humana de la Universidad Estatal de Kiev.

Kolia, como le llamábamos sus amigos, llegaba a veces al laboratorio  de marcado mal humor.

-Kolia, ¿y que te pasa?

-Lo de siempre, ¡no se para qué estudio esto! Kolia hacía investigaciones para su tesis doctoral sobre el rol de núcleos del sistema límbico cerebral en la adquisición de memoria de hechos dolorosos. (y esto era en la segunda mitad de la década del 70 del siglo pasado).

- Cada vez que voy a una fiesta, todo el que se bebe dos vasos de vodka o tiene una religión clandestina tiene una idea fija de como funciona la agresión, la memoria y la mente, y me persiguen toda la noche explicándome sus ideas, y yo lo único que quiero es disfrutar mi fiesta y olvidar un poco las angustias de mi trabajo-. Y terminaba Kolia diciendo: - seguro que si estudiase las ecuaciones diferenciales de olas en movimiento de fluidos ( lo que estudiaba otro compañero y amigo, un estudiante de posgrado búlgaro) nadie me molestaría con su teoría particular. ¡hay que hacerse matemático para no tener que escuchar a tontos!

Y mucha razón tenía Kolia. Hoy ni los médicos, antes tan respetados, se salvan de los charlatanes. Todas las enfermedades se curan con “terapias alternativas”, “hierbas de Cochinchina”, tisanas de abuelita, o con oraciones. Aunque, por supuesto, no es lo mismo llamar al diablo que verle llegar, y cuando estas personas , que viven de la venta de estos sueños y productos se enferman de verdad, toman el primer avión para Miami o Cleveland, donde la medicina, materialista y evolucionista, cura y sana muchas de las enfermedades que años antes nos mataban a los humanos y se estudia e investiga materialista y evolutivamente las que todavía no podemos resolver.

Y estas reflexiones y recuerdos me han llegado mientras releía los Ensayos Impopulares de Bertrand Russell, en especial el titulado Filosofía y Política. Lejos estaba Russell, al escribir estos ensayos en 1950, de conocer el dilema del fanatismo religioso y la anticiencia actuales, convertidos en negocio e ideología política.

Russell concluye en su tema de filosofía y política escribiendo que las personas exigen ciertas pruebas científicas para sus creencias y que desean la felicidad más que el predominio de tal o cual partido o credo, y termina diciendo que quien así piensa será un empirista liberal que no debe disculparse tímidamente ante los dogmatismos, sino estar “hondamente persuadido del valor de la libertad, de la independencia científica y la tolerancia mutua”. Como si lo estuviese diciendo hoy día, frente a los teóricos del oscurantismo y la anticiencia, los fanáticos religiosos y los que creen que ellos son los que saben cómo deben de vivir su vida los demás; ideas torpes que no valdría la pena ni pensar si no fuesen responsables de tanta sangre, desdicha y sufrimiento a los humanos.

Nuevos Napoleones de la opresión, los fanáticos son de izquierdas y de derechas, siempre al acecho, en Europa hasta hace poco en los Balcanes y hoy en Oriente Medio y a veces sacando sus cabezas a ver que consiguen en nuestra Américas, donde actúan a la sombra y no tan a la sombra en algunos de nuestros países.


Saturday, March 30, 2019

LOS FANATICOS


J.R.Albaine Pons,  publicado en mayo del 2005, en el desaparecido CLAVE DIGITAL


Un fanático no es sólo un aguilucho que cada vez que pierden La Aguilas frente al Licey “jura y perjura” que los árbitros eran capitaleños y que estaban vendidos. El fanatismo tiene una larga data en la humanidad y con distintos adornos sus resultados siempre han sido similares. ¿Por qué hay fanáticos?, podemos hacer la pregunta más angustiosa aún, ¿por qué siempre han existido?

No se crea que el fanatismo deportivo es muy alejado del político o religioso. Los mayores “inchas” del equipo de fútbol de Servia, que incluso le acompañaban en sus giras internacionales por Europa se convirtieron en los SS de Milosevick en los recientes exterminios de poblaciones por cuestiones raciales y religiosas en los Balcanes.

Algo del fanatismo está en nuestros cerebros por evolución. Muchos opinan como Konrad Lorenz que la agresión es uno de nuestros más fuertes instintos y curiosamente Lorenz veía a los deportes como una vía de escape de la agresividad en nuestras sociedades modernas.

El desarrollo moral, aceptando el vivir con otros y los valores de otros se considera una función de los lóbulos frontales del cerebro humano, la última gran área en evolucionar en el cerebro homínido, donde se controla la impulsividad y se acepta la posposición de gratificaciones y del futuro. La activación de la corteza prefrontal ventromedial y la orbitofrontal media ocurre en sujetos varones que presentan un deseo irrefrenable de sancionar de alguna manera a otra persona. Y el fanatismo es la sanción por excelencia.

El fanático no sólo tiene visiones cerradas, extremas, celosas y perniciosas, además, y por mucho más, es intolerante. Los jacobinos tenían poca paciencia con las imperfecciones así como también los Khmer Rouge de la Kampuchea de barraca o Cambodia de hoy. Y esa intolerancia choca de frente con el mundo occidentalizado de nuestra actualidad definido en la teoría del riesgo social de Giddens, Beck y otros: “ya no vivimos nuestras vidas de acuerdo a la naturaleza o la tradición. No hay un código simbólico ni códigos de ficciones aceptadas para guiarnos en nuestra conducta social”; sólo existe, quizás, la aceptación y enseñanza del pluralismo, entendido como lo expresó Isaiah Berlín en su último ensayo aparecido postmortem en 1998 en el NY Review of Books: “He llegado a la conclusión que existen una pluralidad de ideales, así como hay de culturas y temperamentos”, aunque se cuidó de distanciarse del relativismo cultural de algunos.

Berlín señalaba a los nazis (nacional socialistas, no lo olvidemos) no como enfermos, o patológicamente desquiciados, como dicen muchos, sino personas malsanamente equivocadas y totalmente mal guiadas por hechos inciertos. Señala que con la suficiente

falsa educación y diseminación de la ilusión y el error, los humanos, sin dejar de ser humanos, pueden cometer los crímenes más horrendos.

Al recibir el Nobel de La Paz en 1998, David Trimble nos recordaba: “soy escéptico de discursos llenos de sonidos y furias, idealistas de intención, pero imposibles de implementar…quiero una sociedad decente y normal con las mismas debilidades de los humanos, pero con sus mismas grandezas”. Definió al fanático político como alguien más interesado en usted que en él mismo, que quiere perfeccionarlo a usted personalmente, políticamente, en lo religioso, lo racial y lo geográfico.

El fanatismo, que era común en la Europa de hace unos siglos como lo muestran sus guerras religiosas, hoy lo vemos en la religión musulmana y las luchas genocidas tribales y étnicas del centro de Africa y los Balcanes.

Se ha planteado que parte de la esencia de un fanático está en su inhabilidad de ver el mundo según principios abstractos, o sea, no pueden trascender la literalidad de “textos sagrados”, no necesariamente religiosos, como lo muestra el libro rojo de Mao y su “revolución cultural” que devastó a China y la atrasó por 100 años más.

Recientemente una noticia difundida por el semanario estadounidense Newsweek sobre burlas acerca del Corán frente a prisioneros musulmanes radicales en la base norteamericana de Guantánamo en Cuba, resultaron en manifestaciones turbulentas en Afganistán y Pakistán con muerte de ciudadanos. Todo el mundo criticó a Newsweek, hasta el gobierno americano lo hizo, por publicar esa historia. Pero nadie se preguntó por qué a pesar de todo lo que se dijo negativamente sobre el difunto y el nuevo Papa católico, los católicos no se lanzaron a protestar desordenadamente a las calles, como tampoco lo hicieron los millones de budistas del mundo cuando en el 2001 los Talibanes de Afganistán destruyeron templos y estatuas de Buda de 1,500 anos de antigüedad. Tal parece que estamos aceptando poco a poco que los musulmanes sean fanáticos de marcada transgresión social y los tratamos como a los dementes, con mucho cuidado para no alterarlos de ninguna manera.

La condena a muerte de escritores por los jefes religiosos musulmanes ha sido visto como algo exótico que llega del oriente medio, muy débilmente protestado, aunque esas personas hasta el día de hoy viven con precios por sus cabezas sólo por escribir.

En su libro reciente sobre las vidas y personalidades de los causantes directos de la masacre de las Torres Gemelas (aunque aquí en R.D. académicos de altas posiciones llegaron a decirme quedo al oído y de manera confidencial: ¡ya se sabe todo, fueron los norteamericanos ellos mismos los que volaron Las Torres!)  T. McDermott, reportero del L.A.Times,  los describe como personas de clase media, hijos protegidos, musulmanes seculares con familias que vestían a lo occidental y llevaban vidas tranquilas y sin ninguna militancia política ni religiosa notable. Y en pocos años estos jóvenes, viviendo en Europa y los Estados Unidos, sólo hablaban de religión, se politizaron y realizaron lo que hicieron, llevándose sus propias vidas de por medio. Se comportaron como los fanáticos de siempre, de todas las épocas, pero con moderna tecnología de devastación.

No que los fanáticos no existen en otras religiones y en diversos credos políticos, pero de alguna manera en el occidente actual se ha logrado, no del todo y no sin lucha intelectual y civilista, que sus fanatismos sólo lo lleven a sus vidas personales y su entorno inmediato, y no hacia la irrupción social.

Nuestros grandes partidos políticos, luego de por necesidad tener que abandonar ese fanatismo “blando” que es el caudillismo, están inmersos en congresos, cambios y búsquedas de nuevos fines y formas de pensar. No estaría de más que pensaran en cómo evitar el fanatismo entre los suyos. Parece que puede ser posible si se organiza el pensar y lo emocional por vías que eviten “ismos” desproporcionados, ideales irrealizables y fantasías futurísticas todas distantes del contexto de nuestro tiempo, nuestra geografía y nuestra historia.                          .

Con los fanáticos todavía nos queda mucho tiempo por convivir, aunque quizás y con suerte algo menos para comprenderlos como fenómeno individual y colectivo.


¿QUE ENSEŇAR?


J.R. Albaine Pons



En muchos países se han celebrado y se celebrarán diversas actividades en reconocimiento y celebración del “año milagroso” de Einstein.
Estamos en el año de Einstein. Hace 100 años, en 1905, el famoso físico publicó los trabajos que no sólo lo convirtieron en el científico más conocido de la historia, sino que cambió nuestra forma de ver la naturaleza, el espacio y el tiempo.

La revista virtual Spiked, de sede en Londres, con el respaldo económico de NESTA (Fondos Nacionales para Ciencia, Tecnología y las Artes, oficina gubernamental británica) realizó la Encuesta Centenario E= mc2. En ella se preguntó a 250 renombrados científicos, comunicadores de las ciencias y educadores- incluyendo 11 premios Nobel- ¿qué enseñarían ellos, y por qué, a la humanidad, si sólo pudiesen exponer una sola cosa o tópico? 

Con mayoría de los cuestionados ingleses, la representación abarca a científicos y educadores de muchos países desarrollados con diversas áreas de especialidad.

Ciento cincuenta y seis de los 250 entrevistados respondieron que enseñarían lo que es la ciencia y como se hace ciencia. Y la diferencia entre ciencia y otras alternativas de buscar la verdad, como las religiones y los estudios culturales. Veinte de este grupo de entrevistados fueron específicos al señalar que el método científico y sus formas de aplicación sería lo más importante si sólo pudiesen enseñar un tema.

Treinta y dos personas seleccionaron como más importante la teoría de la evolución. Esta fue la respuesta más señalada. Cuatro de los expositores enfatizaron el hecho que la teoría de la evolución por selección natural es suficiente para explicar la existencia y los atributos de los organismos vivos haciendo superficiales y vacías las alternativas propuestas hasta hoy.
Once respondientes señalaron las estadísticas y la teoría de riesgos como conocimiento básico para interactuar exitosamente con la vida y otros pocos proclamaron las matemáticas en general.

En las respuestas recibidas muchos enfatizaron el conocimiento de la vida de grandes científicos o de ideas y descubrimientos particulares. Ocho citaron al astrónomo Nicolás Copérnico y su obra; otros ocho al físico norteamericano Richard Feynman y su hipótesis sobre los átomos; seis escogieron al biólogo del siglo XIX y defensor del darwinismo Henry Huxley, dos a Einstein y dos al filósofo Kart Popper.

 Los descubrimientos específicos citados son muy variados, desde la tabla periódica de los elementos hasta el motor de combustión interna.
Interesante el punto sobre historia de la ciencia y de los científicos y sus descubrimientos. Digo interesante porque no es una asignatura común en nuestras escuelas y universidades donde cuando se enseñan no lo son por profesores especializados en esa disciplina. 

Interesante porque si leemos alguna vez una buena biografía de uno de los científicos del siglo XIX o XX, como Ramón y Cajal, Pavlov, Feynman, Einstein, Tinbergen, Darwin o Huxley, para citar algunas que abundan en el mercado, aprenderíamos mucho de la vida institucional en que se desenvolvieron esas personas, de cómo funcionan (o funcionaban) las universidades y las ciencias de sus países y de países donde trabajaron en sus interioridades y de los problemas y vicisitudes personales, políticas, sociales y culturales que tuvieron que vencer o soslayar para realizar las obras que hicieron y que hoy nos hacen recordarles con admiración y como ejemplos.

Quizás nos ayudaría mucho, a los profesores y a nuestros estudiantes en el desarrollo de nuestras universidades (tenemos unas flamantes 30 y pico, reconocidas a veces como enseñaderos tropicales); mostraría a los estudiantes y profesores que la vida y el trabajo intelectual no ha sido nunca un regalo gratis en ninguna época ni en ningún lugar.

Curioso que sólo cinco personas de las 250 escogieran temas de ecología y el ambiente, básicamente discutiendo los cambios climáticos por origen antropogénico. Parecería que los científicos han delegado ese tema a los políticos.

La información sobre todas y cada una de las respuestas puede conseguirse en http://www.spiked-online.com/sections/science/sciencesurvey/whatwefound.stm. Es importante por la visión directa que nos ofrece del mundo de la ciencia y de los científicos presentada por ellos mismos.

Cinco expresaron su disgusto por la encuesta y otro señalo que seleccionar un principio que enseñar era equivocado ya que “los principios no poseen importancia intrínseca. Derivan su significación de la relevancia que presentan para la vida de las personas”. Como vemos hay casi de todo y casi para todos los gustos.

Hace ya casi 15 años que se realizó dicha encuesta. Hoy, terminando el segundo decenio del siglo XXI, si hubiese algo único que enseñar en nuestro país, la República Dominicana, ¿qué escogería Usted?





Monday, March 25, 2019

LO POSIBLE, NO LO QUIMERICO


 publicado en Acento.com.do, marzo 25 del 2019.

Sin lugar a dudas somos el animal más extraño del planeta. Tenemos unos tres siglos tratando de comprendernos a nosotros mismos y ya algunas cosas se van logrando.

Nada mal, que para ser un simple primate doméstico de un pequeño planeta que gira alrededor de su discreta estrella ya entendemos parte del universo y algunas de sus leyes básicas.

Hace unos 500 años que los habitantes de nuestra América tenían al sol y a la luna como dioses, como todos sabemos; en otras latitudes esto ocurrió hace unos cinco mil años, y que bien nos ha ido que fue precisamente de este continente de donde salieron los primeros humanos a caminar sobre esa luna de tantos amores, tantos poetas y tantos sacrificios humanos a su nombre.

Y nosotros, estos primates domesticados casi por nuestro ambiente ancestral, y claro, por poseer unos genes que nos dirigen hacia la sociabilidad y a la vida en grupos- que en los inicios fueron pequeños, pero que hoy son inmensos- aun luchamos por salir de la oscuridad y la necesidad y tener luz para reconocernos y vernos tal como lo que somos.

Esa luz, ese cirio en la oscuridad, como fue llamada por Carl Sagan, ha sido la ciencia. El accionar de miles de varones y hembras buscando comprender y mejor conocer dónde estamos, y más importante aún, quiénes y cómo somos. 
Ya tenemos algunas respuestas. Aunque la resistencia cultural, las ideologías que nos inventamos, el arte de imaginar filosofías, lo que Fernando Ferran llama arte especulativo, en su texto “Los Herederos. ADN cultural dominicano”, las propias instituciones y sociedades que formamos en la oscura noche del desconocimiento, aún arrastran e imponen sus ideas y sus pasiones ( bueno una idea y una pasión son esencialmente el mismo proceso, pero como dice un notable comentarista popular de nuestro medio, ese no es el tema hoy) y no a todos llegan los conocimientos - aunque si llegan sus muchas utilidades - de este siglo XXI, más siglo de las luces que todos los anteriores; y seguimos mucha, mucha gente dedicando trabajo y esfuerzos para ayudar a ensanchar esa franja de la humanidad que ya comprende mucho de lo que somos.

¿Y qué es lo que somos?

Somos organismos con un complejo sistema de información organizado por nuestros genes, pequeñas moléculas orgánicas computacionales, que solo “saben” autoreproducirse para seguir existiendo y pasar de generación en generación, en este planeta donde se conformaron quizás por primera vez en todo el cosmos- aunque algunos pensamos que también pudieron o podrán formarse en otros lugares, en otros planetas, en lejanos o cercanos sistemas solares-.

En una ocasión una profesora amiga, de la UASD por supuesto, me expresó: “me gusta como escribes y lo que escribes, pero es que todo lo reduces a la biología”. En ese momento Yo le contesté: “ese es mi rol, eso fue lo que estudie y lo que estudio”.

 Entendí después que el gran título de “reduccionista” era de uso común en ideologías fantasiosas cuyos seguidores piensan que si algo es imaginado es porque ya existe o porque potencialmente puede existir, además, claro, también creen que con inventar un término para lo que sea, ya lo han comprendido, calificado y muchas veces vilipendiado. Ese gigante de la filosofía de la mente del siglo XX, recientemente fallecido en el 2017, Jerry Fodor, llamaba “tiitas”, a esos proponentes de teorizaciones equivocadas, pero siempre muy a la moda, en contraposición a sus “abuelitas” portadoras de sentido común.

No se puede lograr un cambio de la noche a la mañana luchando contra la inercia cultural de sociedades que insisten en no saber ni dónde están y, por supuesto, ni idea de adonde pueden querer ir.

Es como los autoproclamados “progresistas”. Cualquiera cree que son personas buscadoras y preocupadas por algún progreso y no lo que son, fervorosos neo-creyentes de la falsa idea de que hay una secuencia causal en las formas societales que se iniciaron con un comunismo primitivo y todo terminará en un comunismo libertario e ilustrado. Y como diría un buen amigo pentecostal, entonces se cerrará el circulo, y vendrá el Armagedón. En su búsqueda de “leyes históricas” ni unos ni otros observan lo que ocurre y ha ocurrido. Ni ven las histerias de los proponentes ni los fantasmas de los sacrificados.

Y repitiendo el inicio de un artículo de Fodor acerca de una crítica a un trabajo suyo: “¿Quiere Ud. saber cuándo decir que se ha puesto viejo? Es cuando una teoría cíclica de la Historia                           comienza a parecerle posible”. Si, Fodor era entretenido y además “brillante, enloquecedor, influyente e irremplazable” como twiteo Steven Pinker a raíz de su deceso.

Pero no importa. Nosotros, los monos domésticos pensantes y autoconscientes nos hemos dado esos lujos y seguimos produciendo utopías, aunque por poco que no les guste a no pocos, ese cerebro responsable de tantas ideas, fue organizado genéticamente en un proceso evolutivo por selección natural, de donde nos surgió lo social, lo cultural, lo ideológico, lo disparatoso, lo quimérico y lo más importante quizás, lo posible, para seguir sobreviviendo en nuestro planeta como una especie en múltiples razas.

Sunday, March 17, 2019

CEREBROS HUMANOS, RAZAS HUMANAS


J.R. Albaine Pons, publicado en Acento.com.do, 18 de marzo del 2019
Una muestra de que los humanos seguimos evolucionando resulta del estudio de dos poblaciones que viven en elevadas altitudes del planeta. Los tibetanos, del Himalaya, muestran una sangre con mayor capacidad de transportar oxígeno que los demás humanos y los indios Aymara de los Andes, en Bolivia, muestran un corazón más fuerte. Dos soluciones biológicas distintas a un mismo problema ecológico, aire más fino y con menor concentración de oxígeno.

¿Qué no serían las variaciones de genes activos en nuestro cerebro, que aún hoy día nadie se atreve a investigar?
Desde que las Naciones Unidas, un ente político, impulsada y avergonzada por las declaraciones y acciones de Primo Levi, escritor italiano, de etnia judía, y uno de los 20 sobrevivientes del campo de concentración alemán de Auschwitz, liberado por el ejército Rojo soviético, y por ende superviviente del Holocausto realizado por los nazis durante la Segunda Guerra Mundial del pasado siglo, oficializó que las razas humanas no existían, que eran un constructo cultural, ahí no había ciencia, ni genética, solo política y si se quiere, mucho humanismo y mucha vergüenza ajena, las razas humanas se volvieron tabú para la ciencia.

En zoología, raza es un grupo de individuos con parecidas características físicas y conductuales, o sea poblaciones genéticamente distintas dentro de una misma especie, aunque común en el habla, no está, por supuesto, en el código formal de nomenclatura oficial, y solo se usa en animales domésticos.        
Pero, ¿el ser humano? El único mono doméstico, y que a diferencia de los demás animales y vegetales domésticos, prolíficos en razas ¿no presenta razas? Lo dudo mucho.

El futuro dirá. Ninguna ideología ha detenido por mucho tiempo el avance de las ciencias y el Lisenkoismo de las Naciones Unidas con respecto al Homo sapiens (se escribe así, con H mayúscula y s minúscula), no será la excepción.
Ojo, razas humanas no significa una mejor que otra, sino cada una mejor adaptada al ambiente en que apareció y le tocó y le sigue tocando vivir.
Por supuesto, a los psicólogos evolucionistas y neurocientíficos evolucionistas los atacan por muchos lados, tanto de mala fe, como de buena fe. De buena fe lo hace el filósofo latinoamericano Dr. Mario Bunge, cuando declara a la primera una pseudociencia, porque sus análisis se basan en que el ser humano moderno que junto con el habla se adaptó a una vida de sabana hace cien mil años y así funciona su cerebro, no ha seguido evolucionando. Esto último no lo dicen los psicólogos evolucionistas, lo dice Bunge.
La psicología evolucionista parte de la premisa de que gran parte de nuestro cerebro evolucionó hace cien mil años en la sabana africana y desarrollo ahí el lenguaje y el habla y si bien tiene que haber cambiado y evolucionado en todo ese tiempo, sus procesos básicos son los mismos que entonces. No parece una mala idea ni tampoco una falsa premisa, como lo muestran muchos resultados de sus investigaciones y muchos datos de la paleogenética moderna.                                        
 Un reciente estudio publicado en “Current Anthropology” sobre 60 culturas, analizando más de 600 fuentes bibliográficas, sobre conductas dependientes básicamente de las zonas más antiguas de nuestros cerebros identificó 7 reglas morales que parecen cumplirse universalmente: ayudar a la familia, ayudar al grupo, devolver favores, ser valientes, respeto a superiores, dividir justamente recursos y respetar propiedades ajenas. Un buen apoyo a la psicología evolutiva, pero que también nos dice que las adaptaciones a nuevas ecologías debieron ocurrir en funciones de las consideradas ejecutadas por las áreas más nuevas de nuestro cerebro, evolutivamente hablando.

Claro que todo el que conoce los procesos evolutivos afirma que estos son constantes en todos los seres vivos y la adaptación a la vida en elevados territorios así lo demuestra en humanos, como antes se sabía de muchos otros organismos.
 Llegará el día que veremos los genes característicos de los individuos de una raza humana, que si bien casi en todos los humanos aparecen trazas de genes de otras razas (habrá que ver en mongoles, esquimales e indígenas brasileños si lo presentan, tras vivir aislados desde hace milenios) es casi seguro que aparecerán las variaciones que hacen a unos distintos de otros para ciertas cosas, ¡y quizás no!, pero hasta que no se realicen esos estudios, no sabremos.
  • Ya las investigaciones biomédicas se involucran poco a poco y cada vez más en esta ruta. Se estudió el fenómeno de por qué un 70% de los fumadores de raza negra jóvenes preferían fumar cigarrillos mentolados, algo que solo hace alrededor del 10% de la población estadounidense. Se encontró una variante de un gen, productor de una proteína que en presencia del mentol permite mayor fluidez en las mucosidades pulmonares, variante no encontrada en ninguno de los controles de raza blanca.
Se reportan medicamentos que actúan distintamente o con distinta potencia en varones   y hembras, así como entre asiáticos, negros y blancos estadounidenses. Además, ciertas enfermedades son más abundantes entre personas de ciertas razas y la intolerancia a la lactosa, por ejemplo, ha sido ya un fenómeno ampliamente estudiado.
Los problemas de las ciencias son como los de las democracias, los últimos se resuelven con mas
democracia y los primeros, con más ciencia. El tiempo dirá.
Aunque me parece que no estudiar científicamente algo, por acuerdos políticos, nos lleve a parte
alguna, como de hecho ha sido el caso de las razas humanas.