Total Pageviews

El regalo de Dolly

Desde que se clonó la oveja Dolly, en 1997, la noticia recorrió el mundo. Y no era para menos. Se diseño un experimento de laboratorio donde de una célula no sexual se producía un animal completo y este nació y fue ampliamente estudiado. Pero este paso en el desarrollo de la biología experimental produjo como consecuencia un impacto social en muchas partes del mundo; una mayor y difundida publicidad hacia la ciencia y sus logros y las tecnologías asociadas. La palabra clon se volvió común, artículos, novelas, cuentos, películas, series televisivas se presentaron y aún se presentan sobre este tema. Mis estudiantes de medicina de la UASD, que sólo eran niños cuando ocurrió el hecho, saben que Dolly fue una ovejita que se clonó. Y en realidad todo cambió. Se publicó el genoma humano y de otros animales, así como de plantas; las tecnologías de comunicación se expandieron, los alimentos transgénicos alcanzaron primeras planas de los medios de comunicación masiva, el mundo comenzó a verse como un lugar de todos y los movimientos “verdes” se multiplicaron y preocupaciones acerca de las acciones humanas sobre nuestro propia vida y nuestro propio planeta se volvieron temas de agendas políticas.
De ahí el nombre de nuestro blog “EL REGALO DE DOLLY”.

Hoy en muchos países el llegar a ser un científico no se mira ya como algo extraño y de personas inadaptadas. Un survey reciente señaló, por ejemplo, que el modelo de los niños de Corea del Sur era Stephen Hawkins, el brillante y enfermo físico teórico británico y que en Colombia, para hablar de un país en las antípodas de Corea del Sur, el nombre del patólogo colombiano Manuel Patarroyo con sus trabajos sobre la búsqueda de una vacuna contra la malaria era el más reconocido entre los estudiantes. A partir de Dolly, muchos periódicos, en muchos países, iniciaron una sección de divulgación científica y las personas de hoy día conocen más y mejor calidad de ciencia que nunca antes en la humanidad.

No sabemos cómo va a ser llamado el siglo XXI cuando finalice, pero hay una fuerte dosis de esperanza que la ciencia y su hija adoptiva, la tecnología, jueguen un papel de primer orden en este, nuestro siglo. Dolly, en cierto sentido, nos despidió el siglo pasado y nos introdujo en el presente