Publicado por Acento.com.do , septiembre 16 del 2021.
El libre albedrio, comúnmente el hacer lo que nos dé
la gana, hacer lo que queremos ha sido una idea muy discutida. – Free Will- le
llaman en inglés y para no pocos filósofos es la idea central y ordenada de la
libertad individual.
Variados estudiosos del cerebro buscan el módulo del
libre albedrio. Algunos pueden llegar a pensar que son varios módulos
funcionando en sincronización y hay otras variadas propuestas. Hasta que es
algo no individual, sino un desarrollo social.
A mí me parece que el “libre albedrio” no es un
problema científico o por lo menos no en sus inicios. Es una idea religiosa y
en especial de la religión cristiana y occidental.
Es lo que nos hace libres de seguir una doctrina, un
ser sobrenatural y nos permite ganar un cielo también sobrenatural e ideal,
ideal no de perfecto, sino de irreal, de invento mental, así como nos
inventamos llamar manzana a una fruta roja particular de algún lugar, que al
principio era pequeño, pero que hoy está en todo el mundo. Igual le pudimos
llamar mangos y a los mangos manzanas.
El libre albedrio es un par de palabras de una ilusión
que muchos creen que es una cosa, otros mas estudiados piensan que es una
función del cerebro y muchos otros (también estudiados) que es un hombrecito
que vive en nuestro cerebro y decide por nosotros.
Si en vez de libre albedrio, pensamos en toma de
decisiones, entonces si podemos estudiarlo como función cerebral, dónde ocurren
en nuestro cerebro, cuales son resoluciones y cuales son rutinas automáticas
que hacemos sin darnos ni cuenta y finalmente cuales decisiones son exclusivamente
humanas y cuales observamos en nuestros parientes animales.
Daniel Kahneman, el psicólogo que ganó el Nobel en
economía en el 2002, dividió el pensar en dos tipos, el pensar rápido y el
pensar lento, también les llamo el sistema intuitivo o automático y el
analítico que lleva mas tiempo y compara los futuros resultados.
Asombrosamente la información de ambos tipos de pensar
y sus conductas consecuentes se originan en zonas profundas y evolutivamente
antiguas de nuestro cerebro y ambos terminan en el lóbulo prefrontal, y desde
aquí a zonas motoras y premotoras y a áreas de memoria donde producirán la
conducta que sea (entendiendo por conducta interacción con el medio externo del
individuo).
Este llamado lóbulo prefrontal ha venido a ser el último
estudiado por las neurociencias. Primero, no es muy desarrollado en los
animales de laboratorio y segundo, en los humanos su total desarrollo se inicia
al final de la adolescencia y termina alrededor de los 25 años de edad.
En realidad, podemos decir que somos zombis con muy
poco control sobre nuestras emociones y decisiones hasta los 25 años.
Ese cuento de que somos adultos a los 18 años es un
arreglo social, para así poder enviar niños al ejército, y a la guerra, y
bueno, así ha quedado en preceptos legales y todos nos creemos que después de
cumplir 18 años ya tenemos cabeza para pensar, cuando en realidad es para
comer, ver, oír, oler y por supuesto sentir y aparearnos y, claro, además hoy
día llevar el peinado que nos dé la gana.
Con ese mundo de estímulos iremos formando las
conexiones finales de
nuestro lóbulo prefrontal,
que tiene varias áreas o módulos particulares.
Tenemos un área ventrolateral (vlCPF) que recibe
conexiones de la amígdala límbica, nuestro centro del miedo clásico, y también
de la ínsula y la corteza del cíngulo y esta vlCPF es la encargada final de
nuestro pensar rápido y de los componentes emocionales de nuestras conductas.
Nuestro pensar analítico funciona en el área
dorsolateral de la corteza prefrontal. Esta es la última en desarrollarse y la
mas nueva evolutivamente hablando. R.M.Sapolsky, el neurobiólogo de Stanford
University ha escrito que parece que los genes de esta zona permiten que las
conexiones de sus neuronas se formen con la experiencia, nuestra historia
personal, nuestras interacciones sociales y hasta nuestras enfermedades.
Y está conectada con muchas otras áreas corticales y
mucho con el hipocampo, nuestro centro límbico de la memoria y procesa nuestra
memoria del trabajo, toma de decisiones buscando patrones que compara para
realizar una función ejecutiva y nos ayuda a focalizarnos cuando hacemos una
conducta dada. Hace muchas otras cosas.
Y estos estudios no son correlaciones, demuestran
causa y efecto. Empleando técnicas de estimulación magnética transcraneal, que
temporalmente activan o desactivan áreas corticales se puede cambiar una toma
de decisión moral, una decisión sobre un castigo o los niveles de generosidad y
empatía de una persona y su tendencia a seguir órdenes o no, entre muchas otras
conductas. Y el córtex prefrontal se ha estudiado mucho con esta técnica en
humanos y primates.
El vlCPF y el área dlCPF generalmente funcionan al
mismo tiempo, a veces en conjunto en una misma dirección, otras veces se
superpone una actividad a la otra. Todo lo que hacemos y pensamos es el
producto de nuestra biología, no hay hombrecitos en el cerebro ni “alma”
dirigiendo nada.
Pero falta mucho, mucho por comprender. Porque ya la
neurobiología conoce mucho, como promedio de grupos, pero no puede casi
predecir nada en un individuo vivo. Para decir algo a la moda hoy en nuestro
país, se sabe que un juez con hambre resulta en penalidades mas recias,
mientras un juez saciado pronuncia condenas mas leves. Igual que un juez
sentado en un sillón duro producirá condenas máximas y ese mismo juez en un
caso idéntico, pero sentado en una cómoda y blanda butaca resulta en condenas
mínimas.
Y es que cuando nuestro cerebro toma decisiones, no
solo su experiencia, su cultura, sus creencias y sus conocimientos inciden,
sino que además todo el estado del organismo. El área prefrontal recibe
informaciones de otras neuronas, muchos neurotransmisores, hormonas, nivel de
glucosa y oxigenación en sangre, son múltiples variables.
Como bien lo expresa Sapolsky, puede que sea posible
que nunca nos veamos solo como algo biológico, pero recordemos pensar bien y
pensar fuerte cuando decidamos juzgar a los demás; pero nunca olvidemos que
nuestro cerebro no evolucionó ni para pensar bien ni para ser felices, ha sido
simplemente para mas y mejor sobrevivir y transmitir nuestros genes al futuro y
claro, no nos gusta eso y nuestra corteza prefrontal nos inventa los mitos.