publicado en Acento.com.do el 18 de noviembre de 2019
Este artículo lo publiqué en el Listín Diario el 18 de febrero de 1998, y me parece que aún tiene actualidad, ¡demasiada!
Un cuento que hace tiempo me hizo reír bastante, pero que en muchos de mis conocidos solo produce una ligera sonrisa o a veces un gesto de malestar, parece explicar, aunque a muchos no nos guste, parte de nuestra manera actual de relacionarnos. La historia es la siguiente: un señor va al Mercado de la Mella a buscar unas hierbas medicinales para una cura y se topa en dicho lugar con un vendedor con dos recipientes sobre el piso, son dos latas de aceite de las grandes, abiertas totalmente por arriba, llenas de jaibas. De una de las latas estos animalitos se salen constantemente y el vendedor tiene que hacer esfuerzos continuos por colocarlas de nuevo en su recipiente.
Nuestro señor del cuento, intrigado le pregunta: “¿y no son esas jaibas?, ¿por qué se salen tan fácilmente?”. “Ah” responde el vendedor “es que son jaibas chinas, y entonces unas se agarran a las otras y forman una escalera y las demás se suben y se salen de la lata, son una verdadera vaina”.
“Pero ¿y esas otras?, están revoltiadas, pero no se llegan a salir”, preguntó entonces el señor, al observar que los animales de la segunda lata se movían en el fondo sin dar ningún problema al vendedor.
“Oh no, esas no se llegan a salir, lo que pasa es que son jaibas dominicanas y cuando una se quiere salir las otras se agarran de ella y la jalan de nuevo hacia dentro”. Esa es la historia.
Ahora, ¿ha pasado Ud. por la Winston Churchill y A. Lincoln a una hora pico (que son todas las horas del día) recientemente? Pues resulta que los señores choferes públicos y privados ocupan los carriles de doblar este-oeste aunque ellos quieren doblar hacia el oeste como la cosa mas simple del mundo, armando un tapón tal, que atravesar dicho tramo que ocuparía menos de un minuto de nuestro tiempo, se vuelve una pesadilla de una y mas horas, y eso, solo si hay cuatro agentes de tránsito, como ocurrió hoy, que intentaban desarmar un lio de automóviles, aunque sin decir ni hacer nada contra los violadores de la dirección natural de los carriles.
Pero ¿qué es lo que nos pasa?, ¿estamos todos locos? O ¿el complejo de jaiba dominicana es tan fuerte que no nos deja pensar? Por algún momento he pensado que todo el desorden es a propósito – “apota”, como escuchaba cuando era niño-, ¡porque uno se resiste a pensar que sea simplemente jaibil !.
Por supuesto, este fenómeno de la 27 de febrero, porque otro nombre no puede tener, es solo algo nuevo y fruto de los cambios que sufre esa vía en la actualidad, pero creo que sus raíces vienen de mas atrás. ¿Cómo es posible que alguien en su sano juicio, al ver una fila de 10 automóviles se le ocurra irse en vía contraria por el otro carril? Esto viene ocurriendo desde hace algún tiempo ya, como una forma mas de no respetar ni a las leyes ni a los demás (que es lo mismo). O ¿qué nos parece la nueva moda de cruzar una calle que consiste en detener nuestro vehículo medio a medio de la intersección, para que el tránsito de la vía a cruzar se detenga en parte, aunque esa vía sea una avenida y nosotros salimos de un callejón?
Por otro lado, sabemos que existen serios problemas de tránsito en la capital y algunas otras ciudades y que no se resuelven de un día para otro.
Me preocupa particularmente que se piense en transporte urbano solo como transporte público, y se olvida que los que circulamos en vehículos privados también somos parte del problema, por lo menos somos urbanos, aunque quizás no muy urbanizados y por supuesto (y esto sin ser funcionario de nada) debemos ser parte de la solución.
Otro problema a recordar es cuál debe de ser la vía de los motores. Recordemos que la mayoría de los accidentes ocurren con estos artefactos de dos ruedas y también aportan el mayor número de muertos y lesionados serios...¡Y a cualquiera le sale un motor de la nada, en algún lugar e instante!
Pero en realidad ellos no tienen una zona específica por donde desplazarse y entonces lo hacen por todos los espacios posibles, como puedan y con trágicas consecuencias.
Con respecto al caso, un trabajo que será publicado este año en una de las revistas científicas mas prestigiosas sobre cerebro y conducta (y que dicha revista ofrece como preprint en la Internet) nos ofrece algo de luz, quizás, sobre el asunto.
El artículo es sobre la introducción de la idea de “selección de grupo” en las ciencias de la conducta humana.
Selección de grupo en biología es una hipótesis muy discutida y no siempre bien acogida por los llamados neodarwinistas. Básicamente consiste en que en los animales sociales los grupos como tales evolucionan y sobreviven y progresan al seleccionar el ambiente ciertas cualidades que como grupo ciertos organismos presentan. Uno de los datos que se presentan es el altruismo, que consiste en ayudar a otro individuo o a todo el grupo con perdida aparente (en energía o recursos) para el que realiza la acción de ayudar, o a lo mas sin ninguna ganancia observable.
La mayoría de los biólogos acepta hoy la conducta altruista en animales, muchos estudios demuestran su existencia, explicándose que siempre que ocurre hay un beneficio no para el que la realiza, pero si para sus genes, ya que muchos de los casos estudiados se presentan entre individuos emparentados. Es como decir, si en una emergencia ayudo a un primo a salvar su vida, aún a riesgo de la mía, en realidad estoy salvando parte de mi constitución genética, que sobreviviría en los genes y la descendencia de mi primo. Así la mayoría de los biólogos entienden la selección natural como un fenómeno individual y no de grupo. Esto es parte de lo que hoy se denomina enfoque génico, de mucho uso en biología teórica.
Lo nuevo, si pudiera decirse así, en el artículo que citamos es que sus autores, D. Sloan Wilson, del Departamento de Biología de la Universidad del Estado de Nueva York y H. Sober del Departamento de Filosofía de la Universidad de Wisconsin, plantean que los grupos donde se observa mayor uso de altruismo entre sus individuos resuelven mas fácilmente su problema de supervivencia, cuando se compara con otro grupo de la misma especie donde aparece en menor proporción esta conducta. Es como decir que el grupo de mayor ayuda entre sí, aunque presentan mas individuos que aparentan perder algo, tiene mayor progreso en cuanto a factores de supervivencia que en aquellos donde los individuos se niegan a perder algo en beneficio aparente de otro individuo del mismo grupo.
Si estas ideas, tal como lo proponen sus autores, llegasen a las ciencias sociales como un instrumento mas de sus análisis de los grupos humanos, nuestra adicción a la conducta jaibil dominicana y la increíble y notable ausencia de la china, se traducirá, sin ninguna duda, en una mas de las cosas que tendremos que cambiar en nuestra República, donde parece que hay que cambiar tantas cosas que en realidad no sabemos cómo será todo, cuando todo cambie. Claro, que quizás ocurra lo de siempre, que lo cambiaremos todo para que al final todo siga igual.
Ya han pasado 20 años de ese artículo, mucho ha cambiado y ¡¡¡todo sigue igual!!!