J. R. ALBAINE PONS
publicado en acento.com.do, 8 de enero del 2018.
Este trabajo fue presentado en
nuestra prensa escrita hace ya 18 años. Es por lo tanto mayor de edad, pero me parece
que aún puede leerse y pensarse.
Recordemos, primero que todo, que
un artículo científico es el resultado de hacer ciencia. Si no hay artículo
científico es como si nada se hubiese hecho, aunque en congresos nacionales e
internacionales se ofrezcan las generalidades de los resultados parciales de un
trabajo científico, es el artículo científico el que termina una investigación.
Y ahora, mi artículo mayor de edad.
En una búsqueda de información sobre artículos científicos escritos acerca
de la República Dominicana en los anos 1990-2000 encontramos 450 trabajos
científicos distribuidos en varias ciencias y todos publicados por revistas
científicas internacionales con la excepción de Moscosoa del Jardín Botánico
Nacional que aparece como la única revista dominicana considerada en las bases
de datos buscados, que fueron BIOSIS y Current Contents.
Lo arriba expresado de ninguna manera significa que solamente se publicaron
450 artículos científicos en el citado período, ya que en el país tenemos
varias revistas que califican como tal, aunque no son consideradas por las
grandes bases de datos y es posible que algunos trabajos hayan aparecido en
revistas especializadas extranjeras que tampoco sean consideradas, pero con
todo, estos artículos nos permiten hacer ciertas consideraciones sobre la
producción científica del país y sobre los problemas que han llamado la
atención a científicos extranjeros.
La mayoría de los trabajos aparecen en revistas estadounidenses con algunos
en revistas alemanas, noruegas, danesas y canadienses principalmente.
Casi un 54% de los trabajos
representan el gran campo de las ciencias biológicas con la zoología en primer
lugar con 95 artículos, seguido por estudios sobre fósiles en ámbar (lo que
también sería casi todo, zoología, lo separamos aquí solo para mostrar su
impacto) con 43, estudios ambientales y de conservación con 35 y agricultura
con 21. Se destacan los trabajos sobre insectos en el área de la zoología por
su elevado número. En medicina, no considerado en el % antes indicado aparecen
81 trabajos.
Siguen en orden trabajos sociológicos con 30, política con 28, cultura
general (antropología, educación, etc.) con 25, historia con 21, geología 20 y
economía 19.
Algunos de los trabajos estudiados no necesariamente estarían en los campos
presentados, ya que muchos artículos en sociología e historia no son artículos
científicos propiamente dicho, sino presentaciones y recensiones de libros,
algunos de geología pudieran considerarse en zoología y muchos de medicina son
trabajos de epidemiología que pudieran ser sociológicos. Con estas
consideraciones pendientes podemos decir algunas cosas sobre nuestra producción
científica.
Lo primero que hay que observar es la ausencia de ciertas ciencias como la
química y la física y además sobre matemática y estudios literarios, aunque estos
últimos probablemente deberíamos buscarlos en otras bases de datos. Es notable
la casi ausencia de trabajos sobre educación y ciencias administrativas, dado
el hecho de la cantidad de maestrías en estas áreas realizadas en el país.
El segundo punto por enfocar es la gran cantidad de autores, o sea
científicos, extranjeros y la poca cantidad de dominicanos, aunque esto está
supeditado a los nombres por nosotros conocidos y a los apellidos en otra
lengua, lo que por supuesto ofrece un gran margen de error. Con todo, son muy
pocos los trabajos encontrados con autoría exclusiva de dominicanos. La gran
mayoría de los artículos en que aparecen dominicanos, estos están como
coautores.
¿Qué es una autoría intelectual?
De acuerdo con las normas comunes de publicación científica se encuentra
bien definido lo que constituye una autoría científica.
La Sociedad para la Neurociencia, por ejemplo, ha publicado su “Conducta
Responsable Respecto a la Comunicación Científica” (traducido y publicado por
Ciencia y Sociedad, la revista del INTEC, en el volumen XXIV, no. 4, oct-dic.
1999) donde nos dice algunas consideraciones al respecto.
En los acápites sobre autoría el
documento de la Sociedad para las Neurociencias (U.S.A.) dice:
“ 1.3. La autoría debe basarse en una contribución intelectual sustancial”.
“1.3.1. La Sociedad para la
Neurociencia cree que la autoría debe ser reservada para aquellos individuos
que reúnan cada una de las siguientes condiciones: a- realizar una contribución
significativa a la concepción y diseño o al análisis e interpretación de los
datos. b- participar en el escrito del borrador del artículo o revisarlo y/o
revisar su contenido intelectual y c- aprobar la visión final del manuscrito.”
“1.4- La “autoría honoraria” es inconsistente con la definición de autoría.
Un autor honorario es cualquier individuo en una lista de autores que no ha
realizado una contribución sustantiva al trabajo, tal como se define en 1.3.1…
Pueden ser considerados autores honorarios los que participan solamente
buscando fondos para la investigación, aquellos que son directores de
departamentos, divisiones o grupos de investigación y que no desarrollan un
papel significativo en el planteamiento, la conducción y la revisión de la
investigación, o aquellos que meramente supervisaron la recolección de datos”.
En nuestra lista encontramos un mínimo de 124 autores dominicanos, debemos
recordar que por lo general varios autores pertenecen a un solo trabajo
científico; a veces mas de seis personas. Aunque aceptamos como autores válidos
los antes mencionados, es sabido por todos que a veces con enviar un organismo
internacional un autor extranjero, ayudarle en diligencias durante su estadía
en el país o acompañarle al campo es suficiente para que quienes así ayudan al
investigador extranjero sean incluidos en artículos ¡que son leídos por estos
“autores honorarios” luego de ya publicados! Con todo, una lista de 124
científicos probados en la República Dominicana, en solo los últimos 10 años es
suficiente para que la ciencia y la subvención estatal y privada a ella sea
considerada en el país.
Al respecto y como simple comparación podemos decir que en México en 1971
el CONACYT, organismo estatal para apoyo científico financió 13 proyectos en
solo 6 áreas y en 1998 recibieron 2,099 proyectos de los cuales 1029 (49%)
fueron aprobados y financiados…y esto solo por esta vía, que México tiene
otras.
Todo la antes expuesto nos permite expresar que es ya hora de que el país
tenga financiamiento a la actividad científica de una manera formal y normal,
por proyectos competitivos y en varias instancias. Las secretarias de estado
deberían presentar un % de su presupuesto para proyectos de investigación, y el
estado y el CONES deberían exigir lo mismo a las distintas universidades. Ya
hay en el país suficiente número de científicos para que República Dominicana
también en este campo tenga una representación tanto digna como beneficiosa por
sus alcances a corto, mediano y largo plazo.
Hasta ahí mi pasado artículo.
Hoy sabemos que el ministerio de
Educación Superior Ciencia y Tecnología ofrece estipendios de investigación por
concursos en varias áreas y que algunas universidades también lo hacen. Y que
instancias como el Banco Central premian investigaciones y tesis destacadas.
Pero ¿y las investigaciones en las otras universidades, y en los ministerios de
agricultura, ambiente, salud, educación? ¿Y qué de revistas profesionales,
serias y académicas, ya sea para reportar resultados de investigación o de alta
divulgación científica o cultural en universidades e instituciones oficiales?
Creo que nos falta, nos falta, y pensarlo nos acerca más y más a lo que debe de
ser.