J.R. Albaine Pons, publicado en acento.com.do el 19 de julio del 2018.
De nuevo se discute sobre la despenalización del aborto, y en nuestro país, solo sobre la base de las llamadas tres causales. Muchas de las ideas que se presentan se basan en la definición de cuando comienza “la vida”, queriendo decir, cuándo se considera persona al fruto de la reproducción humana.
De nuevo se discute sobre la despenalización del aborto, y en nuestro país, solo sobre la base de las llamadas tres causales. Muchas de las ideas que se presentan se basan en la definición de cuando comienza “la vida”, queriendo decir, cuándo se considera persona al fruto de la reproducción humana.
En Argentina, en días
pasados, su Cámara de Diputados aprobó la despenalización total del aborto,
algo que aún debe pasar por su Senado y ser firmado por el presidente de la
República Argentina. Ya había sido aprobado la despenalización por “causales”
hace un tiempo.
Una ponencia, de las muchas públicas, realizada ante la Cámara de Diputados Argentina por el biólogo Rodolfo Kornblihtt ha sido publicada por la revista Nature, ni más ni menos que la principal revista científica del mundo.
Una ponencia, de las muchas públicas, realizada ante la Cámara de Diputados Argentina por el biólogo Rodolfo Kornblihtt ha sido publicada por la revista Nature, ni más ni menos que la principal revista científica del mundo.
Permítanme mostrar lo
publicado en Nature, presentado
íntegro por un diario argentino, Página/12 (con el permiso de su autor).
Suponemos que los conocimientos sobre lo biológico y la reproducción en humanos
quedarán claramente establecidos (y refrendado por Nature), para que algunas ideas que se han publicado y presentado
en nuestro país, por ideologías interesadas, opinando sobre lo que dice la
ciencia al respecto queden esclarecidas.
18 de julio de
2018
Por qué
testifiqué en el debate sobre el aborto en Argentina
El prestigioso
genetista argentino Alberto Kornblihtt, miembro de la Academia de Ciencias de
Estados Unidos e Investigador de la Nación Argentina, explica las claves del
debate que ahora se desarrolla en el Senado.
El mes pasado, di
testimonio en audiencias públicas previas a una sesión de 23 horas del
Parlamento Argentino en que se trató la despenalización del aborto, un tema que
pocos habrían esperado que llegara a la cámara hace sólo un año. Cientos de
miles de personas se concentraron en las calles que rodeaban al Congreso,
manifestando por la legalización del aborto, y festejaron el 14 de junio,
cuando la Cámara de Diputados votó, por un estrecho margen, a favor del derecho
de abortar.
Se trata de un
debate actual también en otros países y mi experiencia muestra que la ciencia
básica juega un papel en cómo la gente elabora sus puntos de vista. Estaciones
de radio y televisión de Argentina reprodujeron mi exposición. El video de mi
charla fue compartido más de 2,7 millones de veces en Facebook en Argentina y
se extendió a España y Brasil, donde fue subtitulado en portugués.
Argentina es el
país de nacimiento del Papa Francisco. El apoyo gubernamental a la Iglesia
Católica está escrito en la constitución y el aborto es ilegal, excepto para
casos de violación y amenazas a la vida de la mujer. Incluso si en agosto la
ley no se aprobara en el más conservador Senado, el voto de los diputados
representa un cambio cultural, similar al visto en la votación de mayo en
Irlanda, también un país católico.
Más de 700
ciudadanos hablaron durante 7 minutos cada uno en las audiencias públicas
previas a la votación en Diputados, presentando argumentos a favor y en contra
de la despenalización. Yo fui invitado a hablar en la última sesión del 31 de
mayo. Numerosos activistas sociales y médicos, incluido el ministro de salud
–uno de los pocos miembros del gabinete a favor de legalización– centraron sus
intervenciones en el problema de salud pública que representan los abortos
clandestinos, una de las causas de muerte materna. Yo me concentré en cambio en
la confusión existente entre el concepto de embrión y de persona: en muchos
países, un estado adquirido sólo después del nacimiento con vida. Expliqué que
algunos términos usados en argumentaciones basadas en valores subjetivos no
tienen mucho sentido en biología. Por ejemplo, un embrión está hecho de células
vivas, pero también lo están la placenta, el esperma y los óvulos. Y una
persona puede ser declarada muerta cuando su corazón deja de latir o su
actividad cerebral cesa, a pesar de que las células de su cuerpo permanecen
vivas durante una cantidad de tiempo sustancial. Por consiguiente, no es obvio
que todo lo que esté formado por células humanas sea considerado un ser humano.
También expliqué
que la fecundación de un óvulo por un espermatozoide es condición necesaria
pero no suficiente para producir un bebé. Somos mamíferos placentarios: los
embriones sólo pueden desarrollarse hasta la madurez dentro del útero. Hasta el
momento, nadie ha logrado crear un mamífero placentario completamente
desarrollado fuera de un útero. Además, un embrión en desarrollo depende del
intercambio placentario. El oxígeno y los alimentos pasan del torrente
sanguíneo de la futura madre a la placenta y luego al embrión. El dióxido de
carbono y las moléculas tóxicas pasan del embrión a la placenta y luego al
flujo sanguíneo de la madre.
Por lo tanto,
dije que, en mi opinión, un embrión es casi como un órgano de la madre: sus
células dependen de su torrente sanguíneo para recibir nutrientes y eliminar
desechos. También dije que sin el derecho de interrumpir embarazos, las mujeres
son esencialmente puestas en esclavitud de sus embriones.
Para mi sorpresa,
muchos legisladores, incluso los del partido del gobierno, cuyas políticas
científicas y económicas he criticado, saludaron mis palabras. Al menos diez
diputados de ambos lados del espectro político citaron mis argumentos en el
tramo final del debate.
Recibí docenas de
correos electrónicos de personas que no conocía. Una mujer me escribió para
decir que, para ella, un punto culminante de la argumentación era la
apreciación de cómo la excepción legal en caso de violación ya apoya la noción
de que hay una diferencia conceptual entre un embrión y un ser humano formado.
Sólo si un embrión no es considerado una persona podría aceptarse que uno que
haya resultado de una violación tuviera menos derechos que otro resultante de
una relación sexual consentida.
Por supuesto, no
todo el mundo estuvo contento. Algunas publicaciones en la Web me tildaron de
mentiroso por minimizar el hecho de que el huevo fecundado tiene la información
genética completa de un ser humano, lo cual, para ellos, es suficiente para
considerar al embrión como “vida humana” y al aborto como homicidio.
Entiendo que los
argumentos biológicos básicos son, con razón, sólo una parte de cómo conforman
las personas sus puntos de vista y cómo los responsables políticos toman
decisiones. Tampoco puedo ignorar que mis valores coinciden con mis argumentos.
Incluso antes de saber lo que era una célula, percibía la diferencia entre una
persona y lo que estaba dentro del útero de una mujer embarazada, y razonaba
que la continuación del embarazo no era un bien equivalente al de la vida y la
salud de la madre.
Las personas no
entrenadas en ciencia buscan certezas. Sin embargo, traté de no ocultar
información ni exagerar. Se puede explicar con cierta certeza que un embrión no
es lo mismo que un ser humano completamente formado, pero no es fácil definir
un punto preciso en un proceso gradual en que un embrión se convierte en un ser
humano, aunque tal vez el cambio más dramático ocurra en el nacimiento, cuando
el bebé deja de depender de la placenta y comienza a respirar a través de sus
pulmones y alimentarse a través de su boca.
Existe mucha
presión para valorar a la ciencia sólo por su potencial para producir bienes y
servicios. Por el contrario, estoy convencido del valor de la ciencia para
explicar cómo los hechos pueden influir sobre las creencias. Por lo tanto,
intento involucrarme de manera de alentar una opinión pública informada y el
pensamiento crítico, incluyendo dudas e incertidumbres. Eso, más que cualquier
aplicación práctica, es la herramienta más poderosa que aporta la ciencia para
ayudar a tomar decisiones relacionadas con la vida cotidiana.
*Alberto
Kornblihtt es biólogo molecular, Investigador Superior del CONICET y Profesor
Titular Plenario de la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la UBA. Este
artículo fue publicado ayer por la revista Nature, la más prestigiosa
revista científica del mundo, en la sección World View, que siempre está
escrita en primera persona.