J.R.
Albaine Pons y Domingo Carrasco, publicado en Acento.com.do, febrero 18, 2019
En
“The Chronicle Of Higher Education”, del
2 de junio de 2014, aparece un trabajo de Tom Bartlett que inicia de la manera siguiente: “En 2009, el misterio de
décadas de antigüedad de 'Albertico' fue finalmente resuelto. ¿O acaso lo fue?,
La búsqueda del Niño Perdido de la Psicología.” Se refiere al experimento que
supuestamente realizara John B. Watson en un hospital de la Universidad Johns
Hopkins en Estados Unidos de Norteamérica y que lanzó el conductismo como la
psicología de los Estados Unidos.
El
“experimento” que Watson realizó con el bebé, quien es conocido en la
literatura científica como Albertico (Little Albert), para probar que la fobia
era adquirida mediante un condicionamiento clásico, fue mandado a filmar por
Watson. En el film se puede ver como se le presentan a Albertico presuntos
estímulos amenazantes, como son, un trozo de periódico ardiendo, luego un mono
controlado por Watson mediante una correa atada a un collar. Inmediatamente
continua frente al niño el desfile de lo que decimos son supuestos “estímulos
amenazantes,” como un perro, una rata, y hasta un conejo.
¿Por
qué filmar el experimento? ¿Qué fin propagandístico tenía el experimento? O
peor aún, ¿sabía Watson cual iba a ser el resultado de esta experiencia? estas
sospechas son adelantadas por propio Bartlett. Este dice que estas palabras
aparecen en la pantalla: “El miedo a un animal puede ser experimentalmente
establecido mediante la estimulación del bebé con un sonido fuerte justo en el
momento en que el animal le es presentado”. Da la impresión, por estas
palabras, que el experimento fue filmado cuando se ejecutaba, y que, los
experimentadores, suponían lo que iba a suceder, que no era otra cosa que lo que tenían tramado: un show, un
espectáculo, un fraude, de lo que luego resultaría ser la piedra fundacional del
conductismo norteamericano.
La
primera escena del desfile de los supuestos estímulos amenazantes no impresionó
a Albertico. Todos eran estímulos “neutros”, que es el término con el que se
designan en la jerga conductista a aquellos estímulos que no están asociados a
las conductas que ellos anteceden. Entonces sucede la magia. Watson golpea con
un martillo una barra de hierro y Albertico dizque se sobresalta, decimos
dizque porque no se ve en el video, lo cual resultaría natural en caso de que
realmente sucediera, y Pavlov ya había descrito el “reflejo de sobresalto”, conocido en España como "reflejo del moro".
Supuestamente esta experiencia se repitió varias veces, como dicen los textos, no
sabemos cómo él sabía que tenía que repetirla varias veces, si hoy en día conocemos
que cuando se trata de una experiencia negativa, como son las dolorosas o más
bien traumáticas, basta una sola experiencia para que genere Trastorno de Estrés Post
Traumático, como en los casos, por ejemplo, de una violación sexual, un
accidente de tránsito aparatoso, un acto terrorista o ser testigo presencial de
un asesinato macabro. En el caso de las experiencias de condicionamiento
realizadas por el propio Iván Pavlov, para activar la salivación ante el sonido
de un zumbador, sonido este que no produce dolor, se necesitan muchísimos
ensayos para lograr el condicionamiento.
No
entendemos cómo una cosa que le ha costado tanto tiempo conocer a los
psicólogos evolucionistas Watson ya la “sabía” casi un siglo antes.
Según
lo que cuenta Bartlett, Watson uso a dos niños. Si, fueron dos niños
diferentes. Un niño con trastornos del desarrollo y otro niño aparentemente
sano. En el video (Ver video https://www.youtube.com/watch?v=IteGZg2fWuY
) se ve que estos estímulos neutros son
presentados al niño de manera brusca, tanto así que asustaría, o mejor dicho,
molestaría, no a un niño, a cualquiera. A pesar de todo, el bebé, de forma
serena mira cada estímulo que le presentan con escaso interés: no hay lágrimas,
ni berrinches. En cierto momento Rosalie, su ayudante, sujeta a este bebe por
la espalda como para que no se cayera.
En
la siguiente escena, cuenta Bartlett, lo que se puede ver en el video, que luego
de la supuesta ocurrencia del ruido en presencia de la rata, el bebé, no el
primero, sino otro, llora e intenta alejarse a rastras. El conejo y el mono
también vuelven, junto con un perro diferente. El bebé llora cada vez que aparecen
estos estímulos. Lo que sucedió, según se relata en numerosos artículos y
libros, es que, por la asociación creada entre el ruido y esos animales
peludos, el bebé se había condicionado a tenerle miedo a estos estímulos: al
bebe se le había inculcado una fobia.
Bartlett
se pregunta dramáticamente si Watson no habría generado en Albertico un terror a
esos animales para toda la vida.
Un
detalle sospechoso señalado por Bartlett: Watson habría proporcionado detalles
biográficos relativamente escasos en las notas del experimento, y, se sabe, que
había quemado sus papeles antes de su muerte. Esto dificultó durante mucho
tiempo el esclarecimiento de la verdad que hoy empezamos a conocer.
Bartlett
nos indica que “La verdadera identidad de ese bebé ha intrigado siempre a los
estudiantes de psicología. ¿Quién era él? ¿Qué le pasó?” le preguntaban al
propio Watson, quien respondía diciendo que nunca más supo de él, ni de su
madre.
Ahora
podemos ver alguna luz, gracias a Hall Beck, profesor de psicología en la Appalachian
State University, de Carolina del Norte, quien publicó un artículo en el 2009
que arroja nuevas luces sobre el caso, aunque fue muy discutido. Beck y sus
colegas investigadores habían rastreado muchas pistas sospechosas durante una
década antes de llegar finalmente a una conclusión. Conclusión esta que ha
cambiado la visión original de la “historia” de Albertico, según los libros de
texto, que tantas veces repetimos e hicimos aprender a nuestros estudiantes de
psicología.
Lo
que encontraron echó una sombra aún más oscura sobre el éticamente dudoso experimento
de Watson. Nadie sería capaz de mirar la película, o pensar sobre Little
Albert, de la misma manera como la relatan los libros. (Aunque no hoy en día en
Wikipedia).
Seamos
directos, para no alargar la historia, y resumamos lo que nos dice Bartlett.
Watson uso dos niños. Si, eran dos Albertico, y en el video de YouTube se ve
claro: dos niños muy diferentes. Uno que pudiéramos decir, era de apariencia
normal y, el otro, que era hidrocefálico y que padecía, además, de retardo mental. A este último es a quien primeramente
presentan los estímulos en el experimento. Watson supuestamente golpea un tubo
con un martillo que produciría, porque no se ve en el video, un ruido
escandaloso que disparará el ya referido reflejo
de sobresalto. Esto supuestamente hace que él bebe asocie la presencia de los
estímulos inofensivos al susto que supuestamente ha sufrido, lo que le generaría
como consecuencia una fobia, con lo cual quedaría completado el
condicionamiento a la fobia en Albertico.
Entonces
aparece en el video un Albertico (un niño diferente al primero) asustado,
temeroso, que trata de escapar a los estímulos ya antes presentados y a los cuales él (el primer niño) no temía.
Cuenta
la Historia de la Psicología como creado el terror, Watson aplica, podemos
decir, mágicamente, el remedio por primera vez de lo que se conoce como contra
condicionamiento, técnica desarrollada años después del experimento, aunque ya
conocida de Pavlov y base del fenómeno de la extinción en sus estudios. En
casos de temores del tipo que acabamos de mencionar, al niño se le abraza y
acaricia mientras es alimentado en presencia de los estímulos que disparan las
reacciones de miedo (esta parte no aparece en el video, ¿si no se filmó, sucedió?),
con lo cual las reacciones negativas irían desapareciendo paulatinamente, luego
de lo cual Albertico volvería a reaccionar ante dichos estímulos como lo
hiciera la primera vez, sin mostrar ningún temor.
Las
investigaciones citadas por Bartlett dan cuenta de que aparecieron los dos
Albertico. Si, dos, pero ya muertos. Uno
fue Douglas Merritte, el que padecía retardo mental e hidrocefalia, quien muriera
a los seis años de edad. Bartlett muestra la foto de la tumba del niño, localizada
por Beck y Fridlund, hallazgo reportado en 2012 como parte de su investigación
sobre el caso de Albertico. El propio Beck nos dice que su investigación le
tomo más años de los que el niño vivió, quien muriera en 1925. El otro fue William
Albert B., de quien Bartlett muestra una fotografía aportada por una sobrina
residente en Canadá, ya un señor adulto mayor, antes de fallecer a los ochenta y siete años de edad. De este último la sobrina
cuenta que cuando él la visitaba, lo que hacía con cierta frecuencia, antes de
entrar a la casa, ella debía encerrar en una habitación a unos perritos
chihuahua que tenía, debido a que el tío Albert temía a los perros sin importar su tamaño. Entonces,
¿Cuál fue la fobia que Watson eliminó a Albertico mediante el “contra
condicionamiento”?.
De
las investigaciones que se han hecho “en busca del niño perdido de la
psicología” se sabe que, la madre de Albertico, horrorizada por las torturas a
las que Watson habría sometido al niño, abandonó su empleo en el hospital donde
éste hacia sus pruebas con los dos niños, sin que jamás se supiera de ella y de
su Albertico.
Recordemos
que Watson se vio envuelto en un escándalo mayúsculo al divorciarse de su
esposa en esos momentos y casarse con Rosalie Rayner, la estudiante graduada que le asistió en el experimento, algo considerado
muy reprochable para la época. A consecuencia del escándalo fue expulsado de John Hopkins University y de todo lo que
tuviese que ver con la Psicología. Además le fueron retirados todos los títulos
y honores recibidos. Sus hijos fueron criados en las estrictas medidas por él
defendidas y resulto que todos intentaron suicidarse cuando adultos y uno lo
logró. Curiosamente en los años 50s, todas las sanciones impuestas a Watson a
raíz de dicho escándalo le fueron retiradas, y le restablecieron sus puestos,
membresías y honores perdidos, según señala Bartlett; aunque ya el propio
Watson no estaba interesado en la academia.
A
nosotros no nos queda otra cosa que preguntarnos ¿Qué razón tan poderosa
tuvieron en Estados Unidos de Norte América para perdonarle a Watson sus “ofensas”
a la moral victoriana y premiarlo con su rehabilitación? Parece que al fin y al
cabo lo que Watson hizo produjo algún beneficio: darle visos de legitimidad al
conductismo operante que ya a mitad de los años 50s era seriamente cuestionado
y, nos parece a nosotros, se necesitaba como contraparte de los descubrimientos
de Pavlov en el ámbito de la Guerra Fría de la época. Independientemente de que
eso fuera así, J.B. Watson fue una de las personalidades mas controversiales de
la psicología estadounidense del siglo XX.