Publicado en Acento.com.do, 16 de septiembre del 2019
Para Víctor
Hugo, el gran francés, la única cosa más fuerte que todos los ejércitos (y
agrego yo, que todos los políticos) era una idea cuyo tiempo ha llegado.
Hoy muchos
hablan del Antropoceno, era o período geológico actual donde los humanos
cambian el planeta. En medios de comunicación, como en la formalidad de
escuelas y universidades (y en sus libros de texto) aparece esta palabra nueva,
aunque el término no esté científicamente validado.
Fue Paul
Crutzen, químico holandés ganador del Nobel en 1996 por sus trabajos sobre la
capa de ozono, quien – dice la historia oral- irrumpió en un seminario en
el año 2000 con el grito de ¡estamos en el Antropoceno! Y de ahí en adelante se
ha convertido en asunto común la expresión antes citada. Algunos han propuesto
que el Antropoceno se inicia a mediados del siglo XX, con las explosiones
atómicas, otros dicen que en el siglo XVIII con la Revolución Industrial y aún
otros con los inicios de la agricultura, aunque para los que deciden los
nombres científicos de eras y períodos geológicos, ¡la palabra es más política
que científica!
Esta
introducción, necesaria, viene al caso al celebrar el 24 de septiembre del
presente año 2019, el 250 aniversario del nacimiento de uno de los naturalistas
más conspicuo e importante de la historia de la ciencia.
El 24 de
septiembre de 1769 nacía en Prusia – hoy Alemania- Alexander von Humboldt, de
una familia aristocrática y rica. El menor de dos hermanos y quien con su vida
y sus trabajos – sin descubrir ninguna ley científica ni ningún continente
nuevo- nos cambió para siempre la visión de nuestro rol en el planeta y nos
mostró la realidad de lo que hoy llamamos naturaleza.
Humboldt fue
reconocido en su época como un alto representante de lo que se denominaba
Filosofía Natural. Las ciencias apenas comenzaban su proceso de diferenciarse y
desarrollarse y él, graduado como ingeniero de minas y empleado en minería por
su gobierno, observaba y estudiaba la naturaleza y su relación con los humanos.
Fue quizás, y tal vez sin quizás, el último renacentista, pues dominaba
matemáticas, zoología, botánica, geología, antropología, filosofía, la política
y las humanidades de su tiempo.
Andrea Wulf,
escritora residente en Londres presentó en el 2015 “La Invención de la
Naturaleza: el nuevo mundo de Alexander von Humboldt”, libro publicado en
Inglaterra y 22 países más. En este texto Wulf presenta en sus 552 páginas lo
que aparenta ser la mejor biografía de Humboldt, de sus ideas y de su época. Su
libro fue sin duda una preparación para este año de Humboldt y septiembre de
Humboldt que ahora conmemoramos y mucho de lo presentado en este ensayo
proviene de ese trabajo.
Aunque leemos
que las palabras ecologismo y ambientalismo se utilizan por muchos como
sinónimos, a mí no me lo parece. Creo que tienen sus notables diferencias, pero
en este artículo no viene al caso y consideraremos a Humboldt como el Padre del
Ecologismo moderno.
Humboldt fue un
gran explorador, además de sus estudios y andanzas por toda Europa, llegó al
continente americano, con permiso de los reyes españoles, en 1799, llegando a
Venezuela, marchando a Cuba y luego de nuevo a la hoy Colombia, atravesando a
caballo, canoa y a pie Colombia, Ecuador y Perú y desde Lima embarcó a Méjico,
luego de nuevo a Cuba y de ahí a los Estados Unidos, para entonces volver a
Europa, vía Francia. Mas tarde recorrió Rusia y Siberia hasta los montes Altai
y el mar Caspio. Su sueño de ir a la India no lo pudo realizar.
Entre sus viajes
vivió entre Berlín y París. En los años de su nacimiento Alemania era el país
con más universidades y bibliotecas del mundo, sin embargo, prefirió vivir en
París e interactuar con el mundo científico, filosófico y artístico de esa
ciudad, donde su influencia era siempre creciente, con visitas a Londres.
Una descripción
de las más pungentes e intensas en sus escritos, es la de cómo, para estudiar y
enviar ejemplares a museos europeos, realiza la captura de anguilas eléctricas
en un afluente del Orinoco, en Venezuela. En parte Humboldt estudió y
experimentó mucho con el fenómeno eléctrico y animales, ranas, y los efectos de
la electricidad en los músculos y por otro lado el que se estudiaran estos
animales y sus fuentes de electricidad era importante para la ciencia. Preguntó
a los habitantes de una aldea como atrapaban las anguilas y estos le expresaron
que introducían caballos salvajes en lagunas secas y lodosas y las anguilas
salían del lodo a atacar a los caballos. Al hacerlo, de hecho, varios caballos
murieron, pero las anguilas debilitadas por liberar varias veces choques
eléctricos podían ser atrapadas, con cuidado y con pértigas y varas.
Y digo cómo
ocurren las cosas, pues este mes de septiembre acaba de publicarse un artículo
de científicos brasileños y otros países, donde demuestran que la anguila
eléctrica no es una única especie como se creía, sino tres, y el trabajo
presenta sus distintos ADN y su distribución en la cuenca del Amazonas-Orinoco.
La mayor de ellas descarga 860 voltios en un solo corrientazo. Y claro está, la
nombraron Electrophorus voltai, en memoria de Alessandro Volta, el
inventor de la primera batería eléctrica de corriente continua. A propósito, la
anguila eléctrica no es una anguila verdadera, son especies pertenecientes a
los llamados peces cuchillo y cada 10 minutos sacan sus cabezas del agua o del
lodo para llenar de oxígeno sus branquias. Este estudio parece, aunque no lo
expresa, un homenaje a Alexander Humboldt en su cumpleaños.
Humboldt fue una
persona de grandes amistades y estudios. Su amistad con Goethe, el gran poeta
alemán, fue duradera y profunda. Goethe llegó a decir que “en ocho días leyendo
libros, uno no podía aprender tanto como una hora con Humboldt”
Con Goethe como
compañía estudiaban a Kant, en especial su filosofía de las ciencias naturales
y sus escritos sobre geografía física y las razas humanas fueron siempre
importantes para Humboldt.
Al igual que
Kant defendía la idea de que éramos una sola especie con distintas razas,
contra lo que planteaban muchos de que existían distintas especies de humanos.
Esa idea, le hizo contrario a la esclavitud y al colonialismo y no pocas veces
dijo y escribió que Europa estaba repitiendo en América los errores que había
cometido en su pasado.
Cuando muchos
proclamaban la idea de que la naturaleza “estaba al servicio del hombre” y que
“existía para el disfrute del hombre” y así su uso era indiscriminado, Humboldt
fue el primero en explicar las funciones fundamentales de la floresta para el
ecosistema y el clima: producir humedad, proteger el suelo y refrescar por su
efecto de enfriamiento. La principal idea de Humboldt es que toda la naturaleza
estaba interconectada con la humanidad incluida. Mostró como prácticas
agrícolas variaban el clima y hasta lo cambiaban para siempre.
Otra vez, algo
curioso. En este septiembre del 2019, se publica que un grupo de 160
antropólogos de todo el mundo considera que el clima de nuestro planeta comenzó
a cambiar hace 10,000 años, con el inicio de la agricultura en distintas
regiones. Un tiempo muy corto para la geología de la Tierra, pero ya parece que
suficiente para que los humanos tomen nota y actúen en consecuencia. Tal parece
que fue otro homenaje a Humboldt.
Su influencia
fue enorme, Darwin durante su viaje alrededor del mundo tenía sus libros de
cabecera, Bolívar lo proclamó el verdadero descubridor de América, Alexander
Hamilton, Perkin Marsh autor de Hombre y Naturaleza, Mary Shelley para escribir
su Frankenstein, el capitán Nemo de 20,000 leguas de Julio Verne se ufanaba de
tener todos los libros de Humboldt y así políticos, científicos, naturalistas,
filósofos y artistas. Se dijo que después de Napoleón era el personaje más
reconocido de Europa en los inicios del siglo XIX.
Muchas fueron
sus obras, entre las más leídas se encuentran “Cosmos”, iniciado en 1834, el
mismo año que el término “científico” se usaba por vez primera, por William
Whewell en el Quarterly Review . Sus “Visiones de la Naturaleza” y su
“Narrativa Personal” de su viaje por América fueron leídas por millones de
personas.
Sus escritos
eran apasionados y muy personales y usaba por igual medidas y experimentos como
las sensaciones que le despertaba su interacción con la naturaleza y hasta la
poetizaba. Planteaba que si no se amaba la naturaleza no se llegaría nunca a
comprenderla; y por esto fue considerado como el último representante del
llamado Romanticismo Alemán, Luego de su muerte en 1859, con la ciencia y los
científicos más y más dedicados a sus parcelas del conocimiento, sus ideas
dejaron de interesar, aunque no a todos.
Fue miembro de más
de 14 sociedades científicas y ninguna persona ha tenido ni tiene su nombre
dedicado a tantas cosas como Humboldt, especies botánicas y zoológicas, valles,
montes, parques nacionales, escuelas, calles y ciudades, corrientes marinas,
universidades, institutos de investigación y hasta un lugar en la Luna.
¿Y por qué hoy
es casi un desconocido? Ni siquiera está en los libros de textos en las
escuelas de muchos países, ni en el nuestro; y en la Historia de la Biología
que me enseñaron en la Universidad nunca escuche hablar de él, ni en el curso
de Biogeografía tampoco.
En su
centenario, 1869, en la ciudad de Cleveland, en Estados Unidos desfilaron miles
de personas en su honor (entre muchos otros homenajes en otras ciudades), pero
en 1914, cuando los Estados Unidos entró en la 1ra. Gran Guerra contra
Alemania, precisamente en Cleveland la gente sacó todos los libros de autores
alemanes de las bibliotecas y los quemaron. Luego la 2da. Guerra Mundial y el
fascismo alejó aún más a los ídolos alemanes del pasado y muchos países
siguieron la moda.
Y es que aunque
la ciencia se cree que es autónoma e independiente, la historia y la política
la amoldan a su antojo y también a sus resultados e instituciones, sin que ni
los propios científicos, a veces, se den cuenta.
Y tenemos
ejemplos actualísimos.
La grande
España, acaba de encontrar en un mercado de pulgas los libros de la biblioteca de
su más ilustre sabio, Don Santiago Ramón y Cajal, ni más ni menos que el Padre
de las Neurociencias, su primer premio Nobel en el 1906. Sus apuntes, sus
dibujos y hasta su maletín. ¡Vergüenza ajena nos da la España estudiosa y sabia!
Comprensible que la dictadura de Francisco Franco con sus monjes e iglesias no
le pusiera mucho caso a la herencia de Don Santiago, que se dice había dicho
que no creía en el alma hasta no encontrarla con su bisturí; pero que ese reino
franquista que heredó a la dictadura y esos “demócratas” que lo cambiaron todo
para que todo siguiera igual hicieran lo mismo, no se perdona. Ahora ni saben
esos políticos que hacer con los restos del cruel tirano Franco, una sugerencia:
¡que los vendan en las pulgas!
Pero esas cosas
pasan, aunque no duran para siempre.
Organizando el borrador de este artículo el
jueves 12 de septiembre, me llega por correo electrónico la revista Science
de la siguiente semana, y con un editorial y varios artículos celebrando a
Alexander Humboldt, Yo no cabía de felicidad. El editorial que lo celebra
señala que la idea de Humboldt de asociar las montañas del mundo por isotermas
representó un concepto científico nuevo y revelador y aún vigente. Y que las
evidencias desde la climatología a la biología, las ciencias sociales y las
humanidades están mostrando lo correcto que estaba Humboldt al proclamar que
todo estaba interconectado.
Hoy día, en el
ecologismo, muchos de sus representantes sin saber ni conocer a Humboldt,
repiten sus ideas y sus enfoques, algunos son militantes y otros pocos
extremistas, claro somos humanos, y eso siempre pasa.
Hace poco en una
escuela primaria de un campo cercano a Santo Domingo, pedí permiso y entre a un
5to. Curso, con niños de 10-12 años y, en combinación con la profesora,
repartimos hojas en blanco y les dijimos que dibujaran a un científico, sin más
explicaciones, que dibujaran lo que ellos pensaban que significaba esa palabra.
El 90% dibujo árboles, uno dibujó una figura humana regando semillas al lado de
un árbol y otro escribió que un científico era una persona dedicada a sembrar
árboles, dibujando muchos árboles. Parece que Humboldt sigue vivo y seguirá
vivo por mucho tiempo. Nos dio una visión del mundo y aunque a veces no lo
parezca, hay luz al final del túnel. Una gran H lumínica nos alumbra.
Tendremos que
comprender, estudiar y amar y defender nuestra tierra, nuestras islas y
nuestros mares y continentes, nuestro mundo; no tenemos otro y no tenemos de
otra.
¡Feliz
cumpleaños, Alexander von Humboldt!