J.R.Albaine
Pons, publicado inicialmente en el 2006 en Clave Digital.
Conversando con amigos sobre lo que escribo aquí, en
esta “firma” de Clave Digital, escucho todo tipo de impresiones y cuando me
preguntan algo específico prefiero decirles de manera jocosa, bueno, lo escribí
así, lo que entienda cada lector queda a su “libre albedrio”.
En verdad si alguna idea expresada en mis escritos
no queda clara a los lectores es mi culpa, lo expresé mal. Intento llevar al público
lo que hoy se discute en algunas áreas científicas de las cuales algo conozco y
que si son parte de los programas de las asignaturas que enseño en la
universidad tengo la obligación de llevarlas a mis estudiantes. Para eso me
paga la UASD.
Ahora bien, escribir y enseñar ciencia no es hacer
ciencia, ni tan siquiera ser un científico.
Igual que , como supongo, escribir sobre religión y
ética no hace a nadie ni religioso ni moral, ni cumplidor de las ideas sobre
las cual escribe.
A veces, escuchando opiniones, recuerdo a mi colega
Nicolás Makarchuck, hoy director del Departamento de Fisiología Animal y Humana
de la Universidad Estatal de Kiev.
Kolia, como le llamábamos sus amigos, llegaba a
veces al laboratorio de marcado mal
humor.
-Kolia, ¿y que te pasa?
-Lo de siempre, ¡no se para qué estudio esto! Kolia
hacía investigaciones para su tesis doctoral sobre el rol de núcleos del
sistema límbico cerebral en la adquisición de memoria de hechos dolorosos. (y
esto era en la segunda mitad de la década del 70 del siglo pasado).
- Cada vez que voy a una fiesta, todo el que se bebe
dos vasos de vodka o tiene una religión clandestina tiene una idea fija de como
funciona la agresión, la memoria y la mente, y me persiguen toda la noche
explicándome sus ideas, y yo lo único que quiero es disfrutar mi fiesta y
olvidar un poco las angustias de mi trabajo-. Y terminaba Kolia diciendo: -
seguro que si estudiase las ecuaciones diferenciales de olas en movimiento de
fluidos ( lo que estudiaba otro compañero y amigo, un estudiante de posgrado
búlgaro) nadie me molestaría con su teoría particular. ¡hay que hacerse
matemático para no tener que escuchar a tontos!
Y mucha razón tenía Kolia. Hoy ni los médicos, antes
tan respetados, se salvan de los charlatanes. Todas las enfermedades se curan
con “terapias alternativas”, “hierbas de Cochinchina”, tisanas de abuelita, o
con oraciones. Aunque, por supuesto, no es lo mismo llamar al diablo que verle
llegar, y cuando estas personas , que viven de la venta de estos sueños y
productos se enferman de verdad, toman el primer avión para Miami o Cleveland,
donde la medicina, materialista y evolucionista, cura y sana muchas de las
enfermedades que años antes nos mataban a los humanos y se estudia e investiga
materialista y evolutivamente las que todavía no podemos resolver.
Y estas reflexiones y recuerdos me han llegado
mientras releía los Ensayos Impopulares de Bertrand Russell, en especial el
titulado Filosofía y Política. Lejos estaba Russell, al escribir estos ensayos
en 1950, de conocer el dilema del fanatismo religioso y la anticiencia
actuales, convertidos en negocio e ideología política.
Russell concluye en su tema de filosofía y política
escribiendo que las personas exigen ciertas pruebas científicas para sus
creencias y que desean la felicidad más que el predominio de tal o cual partido
o credo, y termina diciendo que quien así piensa será un empirista liberal que
no debe disculparse tímidamente ante los dogmatismos, sino estar “hondamente
persuadido del valor de la libertad, de la independencia científica y la
tolerancia mutua”. Como si lo estuviese diciendo hoy día, frente a los teóricos
del oscurantismo y la anticiencia, los fanáticos religiosos y los que creen que
ellos son los que saben cómo deben de vivir su vida los demás; ideas torpes que
no valdría la pena ni pensar si no fuesen responsables de tanta sangre,
desdicha y sufrimiento a los humanos.
Nuevos Napoleones de la opresión, los fanáticos son
de izquierdas y de derechas, siempre al acecho, en Europa hasta hace poco en
los Balcanes y hoy en Oriente Medio y a veces sacando sus cabezas a ver que
consiguen en nuestra Américas, donde actúan a la sombra y no tan a la sombra en
algunos de nuestros países.