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Wednesday, September 29, 2010

Freud en la cultura

Con la poderosa influencia de la escritora y “mujer- emancipada” Lou Andreas-Salomé, el nombre de Freud comenzó a irradiarse a poetas, novelistas, dramaturgos y escritores


Recordar a alguien 150 años después de su nacimiento no ocurre todos los días. Sin embargo, en casi todo el mundo, periódicos y revistas han presentado escritos y comentarios sobre la vida y obra de Sigmund Freud, nacido el 6 de mayo del 1856.
¿Qué se ha escrito sobre Freud en este aniversario del 2006? De todo y casi todo negativo. Desde su deshonestidad intelectual al no citar a predecesores y atribuirse sus ideas hasta la falsificación de resultados al reportar curaciones que no ocurrieron, como nos recuerda A. Daniels en The Times (Londres); pasando por la inutilidad de su obra, citándose a Sir Karl Popper, quien le llamó (junto al marxismo) “dogmatismo reforzado”, hasta la limitación contemporánea del psicoanálisis a campos muy alejados de la psicología y las ciencias, como nos recuerda el filósofo italiano Gianni Vattino en La Stampa ( Milán), trabajo traducido y publicado en Clarín de Buenos Aires.

Francia, considerada, junto a Argentina, uno de los países con mayor número de seguidores profesionales del psicoanálisis y de Freud, ya el año pasado con la publicación del Libro Negro del Psicoanálisis (Edition des Arènes) presentó 33 ensayos de médicos, psicólogos, historiadores y filósofos prominentes expulsando a Freud de su supuesto sitial rector en las ciencias de la conducta.

No es de extrañar la cantidad de ataques a Freud desde la visión científica y filosófica. Tanto en las ciencias como en la filosofía, los errores se recuerdan y se insiste en expulsarlos de sus premisas. Es una de las fortalezas de la actividad científica.

Lo que no encontré fue una explicación, así fuese somera, de cómo una persona y una obra con tantas fallas fundamentales se convirtieran en un icono del siglo XX y, con riesgo de simplificar tanto que no diga en realidad nada, presento algunas ideas al respecto.

Si bien es verdad, como muchas veces se ha escrito, que importancia histórica no es equivalente a mérito intelectual, ni que el hecho de que una idea ofrezca un enfoque equivocado de la realidad le impida tener influencia en la misma (el marxismo y la religión son muestras claras y recientes); simplemente enunciando sus incongruencias no se aclara el ascendiente social de un fenómeno.

Una de las premisas de Freud, la importancia de la sexualidad temprana, fue de las que mayores problemas le produjo ante la sociedad de su época, pero fue quizás la de mayor atractivo para una parte marginal de ella, que aún hoy, sin estudiar mucho a Freud, se siente “froidiana” y estos son los artistas, literatos e intelectuales. Con la poderosa influencia de la escritora y “mujer- emancipada” Lou Andreas-Salomé, quien sicoanalizaba pacientes sin haber sido psicóloga o ligada a la medicina, el nombre de Freud comenzó a irradiarse a poetas, novelistas, dramaturgos y escritores que llevaron con sus obras el nombre de Freud a las grandes masas. La pintura- para sólo citar a Picaso, Dalí y Miró- hizo también su parte al presentar resultados deformes como ejemplos de lo subconsciente; y el cine y la radio hizo el resto, convirtiendo el psicoanálisis de una técnica dudosa de estudio y clínica en un fenómeno de masas.

El psicoanálisis pasó a ser tan conocido y común que probablemente ese mismo éxito iniciara la sospecha de que la mente no podía ser algo tan simple. Los últimos años nos han mostrado a un Woody Allen, cineasta “newyorkino” más que estadounidense y receptor reciente del premio Príncipe de Asturias en Humanidades, fundamentar todas sus comedias en patrones de psicoterapias y psicoanálisis que ridiculizan la pretendida seriedad de muchos de estos enfoques.

Pero hay más. Luego de la II Guerra Mundial, intelectuales y científicos exiliados emigrantes judíos iniciaron movimientos y actividades destinadas a lograr su incorporación a la sociedad estadounidense. Es ya conocida la reticencia de Harvard, por ejemplo, a contratar a científicos judíos que llegaban de Alemania y sus territorios ocupados, lo que enormemente benefició a otras instituciones que sí los admitieron, como el MIT, elevando de esta manera su estatus intelectual.

Un texto reciente relata como los exiliados judíos actuaron a través de conferencias, escritos y la radio para lograr su aceptación en los Estados Unidos de la posguerra y muestra cómo uno de los más exitosos programas radiales semanales de la época convirtió a Freud en una “marca” entre los norteamericanos y al psicoanálisis en uno de los principales soportes de la psiquiatría estadounidense. El cine y la TV hicieron el resto. Freud se globalizó antes de que llegase la globalización.

Ahora bien, nuestro país, caracterizado por hacer las cosas mucho tiempo después que el resto de la humanidad, algo que ha sido llamado por algunos de nuestros intelectuales “arritmia”, “país-ficción” y por nuestros humoristas “país-paisaje”; cuando ya tanto Freud como el conductismo (la escuela norteamericana de psicología experimental) eran fantasmas, presentaba, por allá por 1980, sus únicas dos escuelas de psicología enfrentadas intelectualmente: la UNPHU era psicoanalista y la UASD, conductista.

Sin lugar a dudas somos buenos en ser malos seguidores de pésimas ideas ajenas: recuerdo al profesor de psicología de la UASD recomendándome que en mis clases de neurociencia cuando hablase de aprendizaje utilizara el vocabulario conductista, aún cuando yo había realizado estudios, experimentos y publicaciones en neurociencia y él nunca los había hecho en conductismo. No me extraña para nada que sigamos teniendo muchos seguidores de Freud (las librerías están llenas de sus obras, aunque en la biblioteca de la UASD no encontré ni una). Todo lo nuestro es como ser aguilucho, no importa que las Águilas Cibaeñas sigan perdiendo. Somos todos buenos dominicanos e insistimos en que el mundo siga por su lado y nosotros por el nuestro. A los 150 años de su nacimiento: ¡viva Freud!






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Muy bien, aunque en y con pocas palabras demostró un manejo histórico del tema, tanto en lo que se refiere al psicoanálsis en si mismo, como en lo que ha sido su origen y recorrido en Europa, los Estados Unidos de Norteamérica y la República Dominicana con sus rasgos y características. Además, resulta llamativa la descripción de la dinámica, el caracter y las ideosincracias de las y los dominicanos. Pienso que es un gran pensador y tiene una excelente capacidad de síntesis y lectura de la realidad, felicidades Her Profeseur.
Dr. Julio Enrique Castro Otto